La
visita a los Inválidos en París siempre es interesante, tanto por la
oportunidad de conocer la tumba de Napoleón, como la de su hermano José I que
fue rey de España y que, aunque no fuera aceptado por los españoles, ocupa un
lugar en la serie de nuestros monarcas.
Pero,
en esta ocasión, el volver a este importante museo vino motivada por el deseo
de conseguir datos para el estudio que sobre justas, torneos y juegos
tradicionales está realizando D. Javier Manero Lajusticia.
Uno de esos
divertimentos era el de “correr la sortija” que se define como “Fiesta de a
caballo, que se ejecuta poniendo una sortija de hierro de tamaño de un ochavo
segoviano, la cual esta encajada en otro hierro, de donde se puede sacar con
facilidad, y este pende de una cuerda o palo a tres o cuatro varas alto del
suelo: y los Caballeros o personas que la corren, tomando la debida distancia,
a carrera, se encaminan a ella, y el que con la lanza se la lleva, encajándola
en la sortija, se lleva la gloria del mas diestro y afortunado”.
Comoquiera que de la
anilla pendía una cinta, también se conoce a este juego como el nombre de
“correr cintas”, siendo uno de los que han subsistido hasta nuestros días y se
practica en lugares como Ciudadela (Menorca), con ocasión de las fiestas de San
Juan; y en Oristano (Italia), durante sus carnavales, lo que ha dado lugar a un
hermanamiento entre ambas ciudades. También
goza de amplia implantación en países como Argentina, Uruguay y
Paraguay, donde se organizan numerosas competiciones, en las que para ensartar
la anilla se emplea un pequeño puntero.
En los Inválidos
pudimos ver el grabado que reproducimos en el que se representa perfectamente
el juego, en el momento en que el caballero se dispone a ensartar la anilla,
con la lanza especial que porta, de características diferentes a las utilizadas
en los enfrentamientos entre dos jinetes, con ocasión de las justas o torneos.
No siempre eran
iguales, de ahí nuestro interés en conocer las que se usaban en Francia para
este juego.
Y
allí, junto al grabado anteriormente comentado, pudimos ver dos ejemplares
idénticos a los representados. El que aparece en primer lugar era de menor
tamaño que las lanzas de las justas y estaba fabricada en madera. Cervantes, en
su Coloquio de los perros, la define
como “lancilla”, no siendo la única referencia que aparece en las obras del
ilustre escritor, pues también alude a este juego en el capítulo LXII de la
segunda parte del Quijote, como recordaba Javier Manero en la ponencia
presentada en el pasado congreso sobre “Juan de Coloma y su época”.
El
menor tamaño de la lanza venía impuesto por la necesidad de facilitar el que el
caballero acertase al pasar a cierta velocidad bajo el soporte del que pendía
la anilla y, en las competiciones actuales se utiliza, como hemos comentado anteriormente,
un puntero de reducidas dimensiones.
Fotografiamos
también armaduras utilizadas para participar en justas, aunque existen
excelentes muestras de las mismas en armerías españolas, como la del Palacio
Real de Madrid.
Más
interés ofrecían los grabados y miniaturas en los que podían verse las
características de las lanzas empleadas con este fin, dado que para evitar
daños a los participantes, no tenían las puntas empleadas en combate, sino que
eran romas o se abrían de la forma que se aprecia en estas dos imágenes.
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