domingo, 16 de diciembre de 2018

En la recta final de la restauración de Gañarul



Pedro Domínguez Barrios nos ha remitido lo que califica de “penúltimo informe” de las obras de restauración de la ermita de Gañarul, lo que viene a poner de manifiesto que nos acercamos ya al final de esta intervención que ha permitido la salvación de un monumento de nuestra comarca que estaba a punto de desaparecer. En estas fotografías se puede ver la ermita ya con sus cubiertas terminadas y dos de sus fachadas.





         Este el estado actual de los dos testeros. Sólo queda por terminar el rejuntado de la parte baja de todas las fachadas; el acondicionamiento del entorno del edificio con grava, para sanearlo y evitar que crezcan hierbas; la reconstrucción de la escalera de acceso; y la colocación de la nueva puerta así como una placa de alabastro perforada en el hueco del testero sureste.





         En el interior, que en esta fase no va a ser restaurado, se está procediendo a sellar las grietas y pequeñas aberturas en los arcos de la bóveda y ha sido, al descarnar las juntas de mortero, cuando se han encontrado cuñas de madera, introducidas entre los ladrillos del arco, sin duda colocadas como remedio cuando estos se abrieron al ceder los muros. Son de diversos tipos, como puede verse en esta última fotografía. Ha sido una sorpresa descubrir este procedimiento utilizado, en su momento, para afianzar los arcos, como también lo fue encontrar la primera bóveda tabicada a la catalana.




         Otra sorpresa ha sido el que, al desbrozar y excavar someramente el perímetro de la ermita, para colocar la grava, han aparecido los muros perimetrales de una edificación anexa a la misma. Se trata de un muro paralelo a la fachada principal, que cerraba contra la misma junto a la jamba izquierda de la misma, con una anchura de unos dos metros, y otro enrasado con la fachada posterior. 





         Pedro ya había aludido a esta construcción, que no llegamos a conocer, en el estudio que realizó hace 15 años, señalando que podría tratarse de una casa para el ermitaño o con funciones auxiliares, para cuya construcción fue preciso mutilar el testero principal, abriendo un hueco en el centro; abriendo mechinales para apoyo de vigas; y probablemente cambiando la cubierta original de la ermita, como nos mostraba en esta fotografía.



         En esta última imagen se pueden ver los restos del pavimento de  ladrillo que tuvo, así como las obras de reconstrucción de la escalera de acceso al interior de la ermita.
         Pero, junto a la alegría que suscita la culminación de las obras, no podemos dejar de señalar la tristeza provocada por un nuevo robo de material que se ha producido, en el que se han llevado además gran cantidad de los puntales utilizados en el interior de la ermita. Es el segundo que se produce, viniendo a poner de manifiesto que hay mala gente entre nosotros y que vivimos en una época de inseguridad que nos hace temer por el futuro de una obra que tanto esfuerzo ha costado llevar a cabo. Creemos que, para evitar lamentaciones posteriores, habrá que adoptar algunas medidas de prevención

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