sábado, 22 de diciembre de 2018

Imágenes finales de la ermita de Gañarul



         Prometíamos el martes publicar imágenes del resultado final de la intervención en la ermita de Gañarul y lo hacemos hoy comparándolo con el estado en el que se encontraba la ermita en la década de los años 70 del pasado siglo, cuando se utilizaba ya como aprisco, pero todavía no había alcanzado los niveles de deterioro y ruina que nos hicieron temer por su completa desaparición.






         En la fachada principal y sobre la puerta se ha dejado el espacio para recolocar la placa de cerámica de Muel que existía en ella con la inscripción “Yglesia para el culto”. Fue robada, al igual que la pieza metálica que sujetaba uno de los tensores que, durante un tiempo, afianzaron el edificio, todos ellos retirados por los amigos de lo ajeno. Como aclaración a la primera imagen, el joven arquitecto que aparece en ella lo que estaba realizando es una toma fotográfica con la cámara apoyada al muro.





         Donde el cambio es más llamativo es en el hastial de los pies, donde se han rehecho los dos campaniles superpuestos y rehecho el friso, cerrando el vano abierto. En las imágenes antiguas se ve muy bien la huella de la casa del ermitaño que hubo adosada a la ermita y, también, los grandes sillares procedentes de torreón medieval que existió en las inmediaciones y que, tras su demolición, se utilizaron como contención del talud.




         Este es el muro longitudinal posterior, donde los contrafuertes se han mantenido, pero reduciendo su altura, lo que permite visualizar perfectamente las distintas fases constructivas con el cambio de decoración correspondiente a cada una de ellas.





         Aquí puede verse en detalle esos cambios en las franjas decorativas de ladrillo, de manera que un edificio de tan reducidas dimensiones se convierte, de hecho, en toda una lección de la arquitectura mudéjar. Entre el primero y segundo tramo, al rebajar el contrafuerte se ha dejado el testimonio del muro de cierre primitivo cuya existencia fue plenamente documentada a la altura de las bóvedas, durante las obras, y que viene a cambiar los planteamientos sobre el origen de la ermita y su diseño inicial.




         También en este lado hubo piezas metálicas para los tensores, por lo que nunca el estado del muro fue tan limpio y perfecto como ahora ha quedado.



         Y esta es la cabecera del templo, donde se ha respetado el vano que daba luz al altar, en su primera época, ya que posteriormente quedó oculto por el retablo barroco, presidido por la bellísima imagen medieval de la Virgen. El retablo fue expoliado pero la Virgen se conserva en la iglesia parroquial de Agón. El sillar que aparece adosado pertenece al antiguo torreón de defensa del poblado y estaba allí ahora, por lo que se ha decidido dejarlo, como banco para quienes se acerquen a la ermita.



         Como ya comentamos, queda pendiente la restauración del interior, algo mucho más sencillo que será ejecutado en el próximo ejercicio.



         Por el momento, ya se han realizado catas en sus muros y, en ellas aparecen motivos vegetales y heráldicos que constituyen un aliciente más para el valor artístico del monumento, aunque se encuentran solamente circunscritos al tramo en el que se encontraba el sepulcro del señor del lugar, que también fue saqueado y robada su lauda sepulcral.







         Estas fotografías de la lauda fueron realizadas cuando el sepulcro había sido ya saqueado, pero se mantenía en su lugar. En ella aparecían tres escudos, iguales los de los extremos, cuartelados con estrellas de ocho puntas en 1º y 4º; y león rampante en 2º y 3º. Nunca supimos el personaje al que perteneció este blasón, pero la cruz recta que aparece en el del centro nos sugirió la posibilidad de que estuviera relacionado con la Orden de Malta.

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