Estos
días, la localidad de Ambel está celebrando sus Jornadas Culturales de Otoño,
de las que acabamos de tener noticia cuando ya se encuentran avanzadas pues
comenzaron el pasado domingo día 7.
Una
de las preocupaciones del Centro de Estudios Borjanos ha sido siempre la de
recuperar las biografías de personajes destacados nacidos en nuestra comarca y,
de manera especial, hemos procurado reunir las obras que publicaron escritores
y científicos oriundos de los diferentes municipios.
Precisamente
ahora, acabamos de conseguir la obra póstuma de un singular personaje. Se trata
del Recetario Medicinal Espagírico
que escribió Fray Diego de Bercebal y que, varios años después de su muerte,
acaecida en 1707, publicó D. Miguel Pascual.
Este
religioso franciscano había nacido en Ambel, en la primera mitad del siglo
XVII, recibiendo en su bautismo el nombre de Juan y, bajo la protección de otro
ilustre ambelero, el cronista de la Orden de San Francisco fray José Antonio de
Hebrera y Esmir, comenzó a estudiar Filosofía en la Universidad de Zaragoza.
No
sabemos si llegó a terminarlos porque, a los 24 años, decide marchar a
Barcelona para alistarse como voluntario en las tropas que se disponían a
intervenir en la recuperación del Franco Condado invadido por los franceses.
Este
territorio que limita con Suiza había sido cedido por Carlos VII de Francia a
la casa de Habsburgo en 1493 y pasó a la Corona española como una de las
posesiones del emperador Carlos V.
Durante la minoría de
edad de Carlos II, Luis XIV de Francia lo invadió, provocando dos conflictos
armados que se desarrollaron entre 1667-1668 y 1672-1678. No sabemos en cual de
ellos participó nuestro personaje pero su permanencia en filas fue efímera ya
que, como consecuencia de ciertos duelos y peleas en las que se vio envuelto,
decidió desertar para enrolarse en la Armada, donde volvió a tener problemas,
debido a su carácter, y de nuevo huyó de su destino.
Dos deserciones en tan
corto espacio de tiempo era un problema grave y, por este motivo, decidió
buscar fortuna en otros lugares, alistándose en las tropas que el emperador
Leopoldo I estaba reuniendo para intentar expulsar a los turcos de sus
territorios húngaros. Tampoco podemos precisar la fecha precisa en la que Juan
de Bercebal llegó a Austria, porque las campañas del emperador se iniciaron en
1683 con la victoria sobre los turcos en la batalla de Viena y, en 1686,
avanzando por Hungría para tomar Budapest y lograr la expulsión definitiva en
1690.
En esta ocasión la
suerte le fue propicia a nuestro personaje, ya que destacó por su arrojo y
valor en todos los combates en los que participó, logrando alcanzar el empleo
de Coronel de los Ejércitos Imperiales, contando con el apoyo del propio embajador
de España ante la Corte de Viena cuando su pasado había quedado ya relegado en
el olvido.
Es en esos momentos en
los que se vio rodeado del reconocimiento general cuando se produce otro
sorprendente giro en su trayectoria personal al decidir abandonar todo lo
conseguido y regresar a España para vivir un tiempo retirado y, posteriormente,
profesar en la Orden de San Francisco como simple hermano lego, tomando el
nombre de Diego.
Destinado al convento
de Huesca, allí entró en contacto con otro de los grandes personajes del
momento Vincencio Juan de Lastanossa, un erudito de gran cultura que le inculcó
el amor por la ciencia y, probablemente, por la alquimia en la que el oscense se
mostraba especialmente interesado.
Enviado a Zaragoza,
estudió Medicina y Química mientras atendía a los enfermos del Real Convento de
San Francisco del que llegó a ser Enfermero Mayor. Durante los últimos años de
su vida escribió ese Recetario Medicinal
Espagírico que consta de 178 páginas y que, como hemos indicado, fue
publicado después de su muerte, alcanzando una gran difusión.
Consta de tres partes.
En la primera aborda la relación entre médico y enfermo, aportando toda su
experiencia. Como ha señalado el Dr. Portela Marco, es la segunda parte la más
interesante ya que en ella pone de manifiesto unos conocimientos químicos muy
avanzados para su época, demostrando que estaba al tanto de los trabajos de
autores extranjeros como los del gran químico francés Nicolás Lemery. En su
parte final reúne una detallada relación de recetas prácticas para el
tratamiento de diversas dolencias.
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