Posiblemente,
muchos de nuestros lectores han tenido ocasión de escuchar en la calle o en
algún programa de televisión la actuación de músicos que utilizaban vasos o
copas de cristal para interpretar determinadas melodías. Pero, lo que podría
parecer una mera curiosidad, tiene detrás una larga tradición y la intervención
de conocidos personajes históricos.
En
concreto, del infante D. Gabriel, hijo del rey Carlos III, que mostró un enorme
interés por disponer de un órgano de cristal o armónica que ya se había
popularizado en el siglo XVIII y sobre el que acabamos de efectuar un
interesante descubrimiento en el archivo de la familia Zapata que queremos dar
a conocer.
Interpretar
música frotando vasos de cristal comenzó a practicarse hacia finales del siglo
XIV, cuando se difundió el uso doméstico de estos recipientes, aunque existen
precedentes anteriores. Pero fue Edmund Delaval quien adaptó este método a un
instrumento, perfeccionado por el irlandés Richard Pockrich (o Puckeridge) que
fue el creador de lo que se llamó el “órgano angélico”. Para este instrumento y
otros similares compusieron partituras músicos tan relevantes como Mozart o
Beethoven.
Un
paso importante lo dio Benjamín Flanklin (1706-1790) el célebre inventor
norteamericano, así como figura destacada en la independencia de los Estados
Unidos. Celia López Chávez, de la University of New Mexico, publicó en 2000 un
interesante artículo sobre “Benjamín Franklin, España y la diplomacia de una
armónica” en el que relata que cuando el norteamericano se desplazó a Europa en
misión diplomática tuvo la oportunidad de escuchar a Delaval, en 1761, tocar su
instrumento de vasos y, a raíz de ello y como mero entretenimiento diseñó un
instrumento, conocido como “armónica”, sobre la misma base pero con un diseño
diferente.
Porque,
en lugar de vasos sobre una mesa, el instrumento de Franklin estaba fabricado sobre
una caja, a manera de clavicordio, en cuyo interior se disponías unos vasos
especiales, de forma semiesférica y diferente tamaño, ensartados en una varilla
de acero, pudiendo girar mediante la acción de un pedal. El intérprete aplicaba
los dedos a los bordes de la copa, logrando un sonido cuya intensidad variaba
en función de la presión ejercida.
Es
entonces cuando aparece la figura del infante D. Gabriel, el décimo de los
trece hijos que tuvo Carlos III con María Amalia de Sajonia. Nacido en Nápoles
en 1752 fue un hombre de exquisita cultura que vivió alejado de las cuestiones
políticas en El Pardo y en El Escorial, donde mandó construir la llamada “Casita
del Infante” o “Casita de arriba”. Gran aficionado a la Música y a los clásicos
llegó a dominar el clave y a interpretas obras de cierta complejidad. En 1771, escuchó
a Ignacio Schmidt tocar su órgano de cristal y se lo compró poco después. Pero,
dos años después, entró en relación con el propio Franklin para adquirirle su
armónica, lo que consiguió en 1774, llegando a España por Bilbao. El infante
falleció en 1788, víctima de la viruela que también segó la vida de su esposa.
Todos sus instrumentos musicales fueron vendidos, perdiéndose el rastro de esa
armónica de vasos, del que no se conserva ningún ejemplar en las colecciones
reales. Hasta aquí, lo aportado por Celia López Chávez en el artículo citado.
Pero
la sorpresa ha surgido al encontrar en el archivo de la familia Zapata que
estamos catalogando, este documento fechado en Madrid el 27 de diciembre de
1782, en el que Blas Vililla solicitaba una retribución por haber acudido a El
Pardo, a petición del infante D. Gabriel, para “ejecutar con vasos de cristal
un órgano”, habiendo “operado delante de su Alteza varias operaciones por las
que se manifestó el efecto deseado”, habiendo dado orden de efectuar los
diseños pertinentes. No pedía mucho, ya que tan solo afirmaba que se había
desplazado al palacio en tres ocasiones, sin que se le hubiera remunerado lo
invertido en las comidas y el “calesín” en el que había viajado.
El
dato es importante, dado que pone de manifiesto el interés del infante en este
tipo de instrumentos, así como que, con posterioridad a la adquisición del de
Franklin, recurriera a este personaje para fabricar otro.
Otro “descubrimiento”
ha sido el encontrar entre los encargos, correspondientes al año 1771, en la
Real Fábrica de Cristales de San Ildefonso en La Granja, de varios “vasos
armónicos para órgano” que fueron fabricados por Joseph Busquet, posiblemente
para reemplazar a los que se habían deteriorado del órgano comprado
ese mismo año.
Lo
que, por el momento, ignoramos es quien era el citado Blas Vililla y su
relación con esa familia de Mallén en la que se conservaba el documento.
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