En la parroquia de San Juan Bautista de Tabuenca se instala todos los años, durante las fiestas navideñas un belén que, por sus características, constituye un conjunto de singular interés. Lo visitamos hace diez años y publicamos el reportaje que ahora reproducimos de nuevo, con el objetivo de darlo a conocer a nuestros lectores.
El belén
fue donado a la parroquia por fray Manuel Vela Sanjuán (1812-1876), un
religioso capuchino, nacido en esa localidad el 2 de enero de 1812 y que
ejerció su ministerio pastoral en Filipinas, aunque murió en Montevideo el 21
de mayo de 1876. También facilitó los fondos precisos para la construcción de
la ermita de la Virgen del Niño Perdido, situada a las afueras de la población,
cuyo proyecto corrió a cargo del arquitecto D. Fernando de Yarza, siendo
inaugurada el 4 de octubre de 1878, cuando fray Manuel ya había muerto, dejando
un curioso legado de 15.000 pesetas para que, con sus intereses, se celebrarán
dos aniversarios anuales, distribuyendo el sobrante entre los asistentes a los
mismos, a razón de 0.25 pesetas para los casados y 0,10 para los solteros.
Las
cabezas de la Virgen y de San José, al igual que las manos, están
magníficamente talladas en marfil, mientras que el resto del cuerpo es de barro.
Nuestro colaborador D. Ramón Vega Piniella, uno de los mejores especialistas
españoles en arte oriental, en la rápida respuesta a la consulta que le formulamos
entonces, resaltaba la calidad del trabajo, así como el uso de pelo natural,
enmarcándolo en el contexto de la escuela sangley de Manila, aunque quiere
llevar a cabo un estudio mucho más minucioso.
El Niño
es una pieza de marfil de gran belleza y el lugar donde reposa no responde a
las características de los pesebres tradicionales de nuestros belenes, sino que
se representa (en madera pintada) un trono de mármol veteado como los
utilizados en China y otros lugares del Sudeste asiático.
No es
menor el interés de las restantes figuras, tanto por su vestuario como por el
tipo de ofrendas que portan, destacando las calabazas propias de aquellas
tierras. Realizadas en arcilla o barro cocido, se encuentran en aceptable
estado de conservación, aunque por la importancia del conjunto sería
conveniente proceder a la restauración de las mismas.
También
es muy llamativa la representación de los Reyes Magos, con la peculiaridad de
que Baltasar monta un pequeño elefante negro y sus rasgos responden a las
características raciales de la zona, muy diferentes a las del ámbito africano.
Como no hemos vuelto a Tabuenca por estas fechas, no sabemos el estado en el que se encuentra este excepcional belén, respecto al que mantenemos el deseo de publicar en Cuadernos de Estudios Borjanos un trabajo sobre el mismo, a cargo del citado especialista.
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