El 12 de octubre de 1495
el rey Fernando el Católico ordenó a D. Dionís de Coscón, alcaide y baile del
castillo de Borja, que repoblara el Cinto, trasladando a ese lugar a los
habitantes de la Morería de Borja. Tras la expulsión de los judíos que vivían
en el interior del Cinto con la obligación de mantener y reparar las murallas,
estas habían quedado abandonadas. Por ello, dispuso el monarca que se
encargaran de ese cometido los musulmanes, a los que se les dieron las casas
abandonadas por los judíos, como así se hizo.
Las cuestiones de
protocolo fueron siempre causa de conflictos. La ciudad de Borja tenía el
derecho de ocupar un bando reservado en la iglesia de Albeta, cuando asistían a
las funciones religiosas. El 12 de octubre de 1636, asistieron a la Misa
Solemne que allí se celebró los Jurados Pedro Litago y Francisco Mañas,
ocupando el citado banco. Sin embargo, también se sentó allí Juan Celaya, por
orden de D. Francisco de Gurrea que, en esos momentos, era señor de media
Albeta. Los jurados lo tomaron como grave desacato a su autoridad y,
finalmente, el señor de Gurrea tuvo que disculparse, alegando que había sido
mal informado por los vecinos del barrio (Albeta lo era de Borja).
El 12 de octubre de 1937
fue fusilado en El Pardo (Madrid) D.
Alfredo Lapuerta de Ojeda. Aunque en la ficha del Centro Mariano Alfonsiano
de Acción Católica, al que perteneció, se hace constar que nació en Borja, su
familia nos precisó que era natural de Lérida, aunque se educó en nuestra
ciudad. Era hijo de D. Valentín Lapuerta Osín y de Dª Agustina de Ojeda
Pomares. Cursaba la carrera de Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos en
Madrid, con gran aprovechamiento, como lo demuestran algunos de sus trabajos de
aquellos años. Profundamente religioso, de Misa y Comunión diaria, defendió con
grave riesgo algunos templos cuando se intentó incendiarlos.
El inicio de la Guerra
Civil le sorprendió en Madrid y para no comprometer a los familiares con los
que vivía, se trasladó a una pensión de Madrid situada en la calle Sorni nº 15.
Poco después, con el nombre falso de Alfredo Lama Ortiz se afilió a la CNT y se instaló en una
pensión de la calle Larra nº 15. El 9 de octubre de 1937 se integró en el
batallón 173 de la 44 brigada que operaba en el sector de las Rozas, como “miliciano
de Cultura”. Sin embargo, allí fue reconocido por el capitán Ramón Cebrián García, con el que había
coincido realizando el servicio militar en la
Escuela Central de Tiro de Infantería. Inmediatamente fue detenido y el
11 de octubre, junto con otro compañero, lo remitieron al puesto de mando de la
Brigada, situado en la Casa de las Trofas de El Pardo. Tras ser interrogado, lo
fusilaron, siendo enterrado en el cementerio de esa localidad. Aunque el
cadáver no fue identificado, en el registro del mismo aparece el de un
miliciano desconocido, sepultado el 12 de octubre de 1937.
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