Durante
nuestro pasado desplazamiento a Bélgica visitamos las ciudades de Gante y
Brujas. La primera de ellas, de singular belleza y con especial significado por
ser la cuna del emperador Carlos V.
Nuestra
atención se centró en la catedral de San Bavón, cuyo principal atractivo es la
contemplación del excepcional tríptico de “La adoración del Cordero Místico”,
atribuido a los hermanos Jan y Hubert van Eyck.
No es
el único detalle de interés, pues también nos llamó la atención el hermos
púlpito barroco o los escudos con las armas de los caballeros participantes en
el capítulo de la Orden del Toison de Oro que allí se celebró.
Recorrer
su antiguo puerto o contemplar sus numerosos monumentos como la sede del
municipio con su gran torre cívica, con un carrillón de 44 campanas, o la
iglesia de San Nicolás, constituye un placer del que muchos de nuestros
lectores han podido disfrutar.
También
nos detuvimos en el Gravensteen, el castillo de los condes de Flandes,
perfectamente acondicionado que alberga en su interior un pequeño museo y desde
cuya parte superior se ofrecen algunas de las mejores perspectivas de la
población.
La
visita a Brujas tuvo por objeto saludar a Sibylla Goegebuer, que estuvo en
Borja con ocasión de la reunión de Europae Thesauri que se celebró aquí y que
el próximo mes de noviembre presentará una ponencia en la que tendrá lugar en
Albarracín y Teruel. Con ella recorrimos las dependencias del museo del hospital
de San Juan, del que es conservadora.
También
tuvimos especial en ver la basílica de la Santa Sangre la preciada reliquia de
la propia sangre de Cristo que, según la tradición llegó a Brujas desde
Constantinopla. Custodiada por una cofradía compuesta por 31 miembros, el
relicario desfila en una espectacular procesión el día de la Ascensión.
Sus
monumentos, sus canales y otros muchos atractivos han convertido a Brujas en
una de los destinos turísticos más importantes del continente. Hemos tenido la
fortuna de disfrutar de la ciudad en varias ocasiones y realmente merece la
pena volver.
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