domingo, 1 de diciembre de 2019

El Patrimonio Cultural Inmaterial de Alberite de San Juan


         La primera fiesta que se celebraba en Alberite de San Juan era, como en otros muchos lugares, la de San Antón el 17 de enero en cuya víspera los mozos encendían una hoguera. La hoguera se ha mantenido y en ella se asan patatas y otros productos como panceta, chorizo y longaniza que ofrece el Ayuntamiento.

         La hoguera de San Antón tenía su réplica en la de San Blas, el 3 de febrero, que era la fiesta de las mujeres, siendo ellas las encargadas de organizar la hoguera de la víspera.




         Pero la gran fiesta de Alberite es la del Santísimo Robado que, según señalaba Pascual Madoz tenía lugar el domingo anterior al Carnaval y de la que se conserva esa antigua imagen en la que el párroco aparece bendiciendo a la concurrencia con la custodia, junto al arco de entrada a la localidad. En ella se distinguen los pendones y banderas de la cofradía del Santísimo, la de las Hijas de María y la del Carmen en el centro.
         La fiesta conmemora un extraordinario acontecimiento que causó una enorme conmoción en toda la comarca y del que nos ha quedado el relato que hizo D. Domingo Pallarés, mayordomo de la cofradía del Santisimo.
         El 17 de febrero de 1642 entraron tres hombres en la iglesia parroquial, robando todas las jocalias existentes en ella, incluyendo el copón que había en el sagrario con las Sagradas Formas. Discutieron entre ellos, poco después, y en la reyerta resultó muerto uno de los ladrones. Otro se apoderó del copón pero, de manera prodigiosa, quedó inmovilizado sin poder dar un paso. Percatado de la gravedad del delito cometido, ofreció restituir el vaso sagrado al primer sacerdote que encontrara. Fue al párroco de Malón quien, sin pérdida de tiempo, lo depositó en el colegio de la Compañía de Jesús de Tarazona. Pero, enterada la ciudad de lo acaecido, decidieron trasladarlo con gran solemnidad a la catedral de la que partió después de retorno a Alberite, a bordo de una carroza, con gran acompañamiento de sacerdotes, cofradías y fieles.
         Al paso del Santísimo por las localidades que recorrió fueron impresionantes las muestras de entusiasmo con las que fue acogido. En Alberite se congregaron más de 6.000 personas para recibirlo, llegadas también de Tarazona, Magallón, Tauste, Ainzón, Alberite, Tabuenca, Ambel, Vera, El Buste, Bureta, Pozuelo, Bulbuente y Calcena.

         La relación de Domingo Pallarés tiene el interés añadido de ofrecer datos de alguna de las manifestaciones de júbilo a las que dio lugar el paso del Santísimo. Concretamente, en Ainzón, se interpretó “una danza de mucha gala, compuesta de doce bizarros mozos, los seis vestidos de hombre y los seis de máscara vestidos de mujeres, a quienes precedía una “sierte” (sierpe o serpiente), tan natural que engañaba a la vista y ponía espanto su fiereza, y encima de ella una ninfa que continuo movimiento divertía a todos los festivos y devotos”. Ya en Alberite hubo dos danzas de Tarazona, una del propio Alberite y otras de Ainzón, Tabuenca y Magallón. Por otra parte, los de Calcena pusieron en escena un auto sacramental. Siempre nos ha llamado la atención que en ese acontecimiento no estuviera representada la ciudad de Borja por cuyo término pasó la comitiva, aunque no por la ciudad, dado que viajó por el camino del Campo. Solo puede ser interpretado por un problema de protocolo con la ciudad vecina, cosa frecuente.




         La fiesta se sigue celebrando el primer domingo de febrero, con igual solemnidad que en el Corpus, dándose la circunstancia de que en Alberite es la única localidad en la que el Santísimo Sacramento recorre las calles de la misma en dos ocasiones de un mismo año.

         Antes de la Misa se lleva la bandera de la cofradía del Santísimo a la Casa Consistorial donde van a recogerla para llevarla a la iglesia. La procesión del Santísimo, bajo palio, llegaba a la plaza donde se depositaba la custodia en el altar allí instalado, haciéndole las “cortesías” la cruz parroquial y las banderas presentes, antes de impartir la bendición solemne, como en el caso de la procesión del Corpus.



         En Carnaval era costumbre disfrazarse con una simple máscara de lienzo con orificios para los ojos. A los así ataviados se les llamaba “cipoteros”, al igual que en Agón, Albeta, Bisimbre y Magallón. La foto es de las “mascarutas” de Épila, pero el aspecto sería similar.



         El único pilar votivo existente en Alberite es el dedicado a San Gregorio, en el camino a Bureta, erigido en recuerdo del paso de las reliquias del Santo por nuestra comarca, en el siglo XVII, cuando marchaban en dirección al reino de Valencia. Recientemente se ha levantado una réplica del mismo junto al primitivo.



         Allí se bendicen los términos el 9 de mayo y las culecas que se consumen ese día y que son diferentes a las de otras localidades, pues tienen forma de torta redonda, recubiertas de baño blanco, confetis y caramelos, con un huevo en su interior.



         Alberite era señorío de la Orden de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta, dependiendo de la encomienda de Ambel. Por eso, adoptó el apelativo de “San Juan” en el siglo XIX, para diferenciarse de otros “Alberites”. Siendo este Santo el Patrón de la orden, su fiesta se celebraba con especial solemnidad en la localidad. De hecho, las dos únicas que cita Madoz son las del Santísimo Robado y la de San Juan Bautista el 24 de junio.




         Sin embargo, en la actualidad los Patrones principales del municipio son San Cosme y San Damián, los “Santos Médicos” que se sigue celebrando el 27 de septiembre, aunque su fiesta se trasladó, en la última reforma del calendario litúrgico al día 26.

La víspera se enciende también una hoguera y el día de los Santos tiene lugar la Solemne Eucaristía en la bellísima iglesia parroquial y la procesión con los Patrones por las calles de la localidad.






         Pero lo que se ha convertido en importante tradición es la comida popular del día de los Santos, en la que se sirve una gran “bachocada”, el guiso de judías bachocas que preparan las mujeres de la localidad, junto con otro de ternera.
         Existiendo cofradías de la Virgen del Rosario, fundada en 1775, y de la Virgen del Carmen, ambas celebraban sus fiestas el primer domingo de octubre y el 16 de julio, respectivamente.

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