D. José Luis Garde Murillo nos ha llamado la atención sobre
el cambio experimentado en el entorno del monasterio de Veruela, del que han
desaparecido muchos de los árboles que lo poblaban, en su mayoría chopos y
algún plátano, como puede apreciarse en estas dos imágenes.
Se ha interesado por el tema y, al parecer, a raíz de una
tormenta desencadenada el 13 de diciembre de 2017, se talaron 80 árboles del
perímetro del monasterio y del camino, aduciendo motivos de seguridad.
El “arbolico” solitario de la primera fotografía es el único
superviviente de la “hecatombe”. A José Luis le sorprende que los árboles de la
carretera contigua se mantengan en perfecto estado, lo que parece justificar
las críticas de los que aducen que las razones de la tala fueron otras.
Pero, en lo que nadie ha reparado o al menos no ha sido comentado
es en el hecho de que, en la huerta del monasterio, había una secuoya (Sequoiadendron giganteum) que era el
árbol más alto, sobresaliendo entre árboles que suelen alcanzar buena altura
como: chopos, cedros, plátanos o álamos piramidales, como se aprecia en la primera
imagen de Carlos Bielsa. La secuoya ha muerto en el transcurso de las obras de
construcción del Parador Nacional, en medio de la indiferencia general.
Afortunadamente, al lado del monasterio, hay una finca
privada en donde su propietario ha plantado diversas especies (en su mayoría
coníferas), tan interesantes que, en opinión de José Luis, con el tiempo se
convertirá en un jardín botánico que representará un valor añadido al entorno
de Veruela, al menos desde el punto de vista paisajístico.
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