martes, 17 de diciembre de 2019

Cuando el rey Baltasar era blanco


         La felicitación navideña enviada en Cádiz por un partido político ha suscitado una oleada de comentarios, por el hecho de que, en ella, los tres Reyes Magos aparecen representados con la tez blanca, incluido Baltasar que, por un convencionalismo relativamente reciente se considera que era negro, aunque no siempre ha sido así.




         Sin ir más lejos, en el Museo de la Colegiata de Borja se muestra esta bella tabla de la Epifanía, realizada por los hermanos Zahortiga, en 1460, en la que Baltasar, de pie y con túnica verde es blanco. Porque, en aquellos momentos, los Reyes Magos simbolizaban a las tres edades del hombre: joven, adulto y anciano.

         Fue, más tarde, cuando para dar un sentido universal a la Adoración cuando se decidió transformar a Baltasar en negro etíope, de manera que los Magos simbolizaran a los tres continentes conocidos: Europa, Asia y África.



         Pero el descubrimiento de América vino a trastocar ese planteamiento por lo que hubo un intento de introducir un nuevo Mago que, con su jabalina y peculiar atuendo, simbolizara a las nuevas tierras. Así lo hizo el pintor portugués Vasco Fernandes (1475-1542) en esta tabla que realizó para la catedral de Viseu, su localidad natal, en la que aparecen cuatro Reyes, siendo el “nuevo” rey de procedencia americana, el único de tez ligeramente oscura.



         Y es que de los Reyes Magos, lo único que conocemos es lo que relata San Mateo en su Evangelio, donde no se precisa ni el número, ni el nombre de los mismos, haciendo alusión únicamente a que procedían de Oriente.

         En la basílica de San Apolinar Nuovo de Rávena se conserva este mosaico de mediados del siglo VI que, si bien, no es la más antigua representación iconográfica de este tema, sí es la primera en la que aparecen los nombres de los Magos: Balthassar, Melchior y Gaspar.



         No obstante, el número de tres Magos goza de una dilatada tradición, no sólo por su carácter simbólico, sino por su relación con los tres regalos que le ofrecieron al Niño: Oro, incienso y mirra. Y, aunque en los Evangelios canónicos no se menciona que fueran tres, si lo hace el llamado “Evangelio Armenio de la Infancia”, un texto apócrifo tardía en el que se les designa como: Melkon , Rey de Persia; Gaspar, Rey de los indios; y Baltasar , Rey de los Árabes, incluyendo entre los regalos que le ofrecieron, además del oro, incienso y mirra, otros muchos:
         “El primer rey, Melkon, aportaba, como presentes, mirra, áloe, muselina, púrpura, cintas de lino, y también los libros escritos y sellados por el dedo de Dios. El segundo rey, Gaspar, aportaba, en honor del Niño, nardos, cinamomo, canela e incienso. Y el tercer rey, Baltasar, traía consigo oro, plata, piedras preciosas, perlas finas y zafiros de gran precio”.

         Además, de todos es conocido que en la catedral de Colonia se conservan las reliquias de los tres Reyes, en el interior de un magnífico relicario. Fue Santa Elena, la madre del emperador Constantino quien logró hacerse con ellas en Saba, lugar en el que supuestamente fueron martirizados. Fueron veneradas en Constantinopla hasta que, en el transcurso de la II Cruzada, el emperador Constancio II las donó a San Eustorgio, obispo de Milán. De esta ciudad fueron expoliadas por el emperador Federico Barbarroja que, en 1164, las entregó al arzobispo de Colonia Reinaldo de Dassel.



         Pero, el tema de los Reyes Magos tiene otras connotaciones, sobre todo porque ha sido frecuente que, en nuestras cabalgatas, el rey Baltasar es encarnado por una persona con la cara pintada, lo que por otras latitudes se considera un grave insulto con tintes raciales.

         No hace mucho, el Primer Ministro de Canadá, Justin Trudeau, tuvo que disculparse por haber difundido esta fotografía en la que aparece con el disfraz de Aladino en una fiesta estudiantil, celebrada en 2001.




         Algo parecido tuvo que hacer el futbolista Andrés Iniesta que, actualmente, milita en el Vissel Kobe de la liga japonesa, por difundir en su perfil esta fotografía en la que aparecía sentado, en su casa, a los pies de Baltasar.
         Y es que, en el mundo anglosajón la práctica de las llamadas “blackface” se considera algo inaceptable y ofensivo para los miembros de raza negra.
         Por el momento, en nuestras latitudes sigue siendo algo normal y práctica habitual en las cabalgatas y en las antiguas celebraciones del DOMUND, aunque Baltasar siempre ha inspirado un cierto respeto entre los más pequeños.
         En este sentido, recordamos el caso de un niño borjano que, presenciando la cabalgata de Reyes en la calle Moncayo, lo tomó en sus brazos Baltasar (entonces iban a caballo) y besándolo le dijo que quería que fuese tan bueno como él. Pero, cuando el niño al subir a su casa, contempló su cara con unas sospechosas manchas negras, quedó profundamente alarmado al interpretar que el deseo del Rey Mago había comenzado a materializarse en el cambio del color de su piel.

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