sábado, 21 de diciembre de 2019

El Patrimonio Cultural Inmaterial de Boquiñeni



         Intentar abordar el Patrimonio Cultural Inmaterial de Boquiñeni sin contar con el asesoramiento de D. Benito Coscollá, antiguo colaborador de nuestro Centro, dado que nos ha abandonado por otras tierras, es tarea ardua, sobre todo teniendo en cuenta que no disponemos de demasiadas fotografías de las tradiciones de esta localidad. Intentaremos abordarlo con las que existen en nuestro archivo y con las que hemos podido recabar en Internet, junto con la información que ofrece el propio Ayuntamiento.
         Comenzaremos con la fiesta de San Antón en la que se celebraba la “salida” de los quintos. Comenzaban encendiendo una gran hoguera en la replaceta de la Virgen del Pilar. Después, los quintos del año montaban en una galera, adornada con ramos de olivo y cargada de paja que esparcían en su recorrido por las calles de la localidad, deteniéndose a comer y beber en las casas de cada uno de ellos.

Cuando desapareció el Servicio Militar la fiesta perdió su sentido, pero fue recuperada en 2010, siendo sus protagonistas los jóvenes que alcanzan la mayoría de edad junto con los de un año menos, a los que se conoce como “acompañantes”.

El sábado más cercano a San Antón prenden la hoguera y la galera vuelve a recorrer las calles, dejando su rastro de paja, dejando la huella de su paso. Además, se ha instaurado la costumbre de reunirse también los que cumplen los 25 años de su “salida”, celebrando una misa en sufragio de los compañeros ya fallecidos. 
     


         Los agricultores celebran la fiesta de su Patrón, San Isidro, el fin de semana posterior al 15 de mayo, con una misa en la ermita de San Miguel, donde también se venera la imagen de San Isidro. Al término de la misma, el Sindicato de Riegos de Boquiñeni obsequia a todos los asistentes con un bocadillo de chorizo y longaniza asados en la brasa, acompañados de vasos de vino.



         A finales de mayo se celebran las Fiestas en honor a los tres Patrones de la localidad: el Santo Cristo de la Capilla, San Gregorio y San Miguel.

         El 24 de mayo se recuerda el milagro obrado por el Santo Cristo ese día del año 1864, cuando ante la gran sequía que se padecía en aquellos momentos, los habitantes de Boquiñeni, decidieron llevar la imagen en rogativa hasta la ermita de San Miguel. Nada más salir de la iglesia la procesión, comenzó a llover y, en agradecimiento, se celebra desde entonces esta fiesta, que comienza con el canto de la Aurora, al amanecer.



         A mediodía, tiene lugar una Solemne Eucaristía en la iglesia parroquial, al término de la cual se lleva en hombros al Santo Cristo hasta la ermita. Las calles que atraviesa están engalanadas con arcos de madera o metal, con flores y bombillas de colores.




         Los danzantes acompañan, bailando, a la imagen y es costumbre pasar por debajo de la peana en el transcurso de la procesión. Por la tarde, al finalizar el Rosario general, las autoridades reparten entre los asistentes los claveles que ha llevado la peana.



         En 2015, tuvimos la fortuna de asistir a la fiesta en honor a San Gregorio de Ostia que, actualmente, tiene lugar el 25 de mayo, aunque antaño se celebraba el 9 de mayo, fecha señalada en el calendario litúrgico.




Al terminar la Eucaristía, salió la procesión de la iglesia parroquial, también llevada a hombros y acompañada por autoridades, reinas de las Fiestas y, por supuesto por los danzantes.




         El ritmo que imponen estos, sin parar de bailar, es extremadamente vivo, hasta el punto de que cuesta seguirlos en su trayecto hasta el Pabellón Municipal, donde se representa el dance.




         Allí, con la imagen de San Gregorio presidiéndolo y el público cómodamente sentado tiene lugar la representación de este dance que tiene más de 100 años de antigüedad y que aún se conoce como el de “la soldadesca”, aunque ahora responde a los típicos esquemas de la lucha entre el bien y el mal.



         Intervienen el mayoral, el rabadán y los danzantes, en el papel de pastores, todos ellos tocados con sombrero de paja y vara, salvo mayoral y rabadán que llevan sus cetros característicos con cintas y flores.



         Un personaje específico del mismo es el del “sacristán”, aunque buena parte de su actuación transcurre en el suelo, donde cae abatido por los sobresaltos que le proporciona la irrupción del demonio.




         La entrada del diablo es espectacular, entre el ruido y el humo que provocan el estallido de los petardos. Vestido de negro y con el tridente en la mano, intenta detener la fiesta en honor de San Gregorio. Afortunadamente, el ángel logra expulsarlo, recuperando al mismo tiempo la salud del pobre sacristán, de manera que la fiesta puede continuar entre los aplausos del público.




            A continuación, tienen lugar los dichos en homenaje a San Gregorio, recitados por cada uno de los danzantes, alguno de los cuales no puede reprimir su emoción, seguidos de las “competencias” que mayoral o rabadán les dedican, siempre en tono festivo.



            Terminada esa parte, comienza la segunda, el “paloteo” o “paloteado”. Ahora, hay dos grupos integrados, cada uno de ellos, por ocho danzantes, mayoral y rabadán. Bailan por separado o conjuntamente y, en Boquiñeni, sólo utilizan palos.




            Terminado el baile, mudan los palos por castañuelas para acompañar al santo de vuelta al templo parroquial, donde entra a los acordes del himno nacional. Como a la ida, les sigue la corporación municipal y las reinas de las fiestas, así como los reyes y reinas infantiles. En el trayecto, como ocurre en otros lugares vecinos, los danzantes pasan bajo las andas del Santo, sin dejar de bailar.



         La Iglesia conmemora el 9 de mayo la aparición de San Miguel en el monte Gargano, pero en Boquiñeni se ha unido a las anteriores y tiene lugar el día 26. Como la de San Gregorio es una fiesta votada, respondiendo a la promesa formal realizada a finales del siglo XVI por todos los habitantes del municipio por haberles librado de una plaga de langosta. Era costumbre ayunar en esa fecha y acudir en procesión a la ermita, dedicada al arcángel, en las proximidades del casco urbano, donde se celebra la Eucaristía, costumbre esta última que se ha mantenido.



         Las otras fiestas “grandes” de Boquiñeni son las que celebra, en honor a la Virgen del Rosario, en torno al primer domingo de octubre. Aunque se programan diversos actos “profanos”, de los religiosos se encarga la cofradía que la tiene por titular, fundada el  2 de marzo de 1773, uno de cuyos miembros, actúa como mayordomo. Al amanecer se canta la Aurora, con acompañamiento de guitarras y, a mediodía, tiene lugar la Misa Solemne con procesión, saliendo por la tarde la procesión del Rosario General.



         No queremos terminar sin una alusión a la Semana Santa de Boquiñeni, y a una costumbre introducida en la década de los años 80 del pasado siglo, por la escuela de cuerda que dirigía D. Francisco Pelegay, consistente en un “Viacrucis Jotero” que tiene lugar el Viernes Santo, en el que se interpretan 14 jotas, durante la contemplación de sus catorce estaciones por las calles de la localidad.




         También hay que mencionar la fiesta de Santa Águeda que celebran las mujeres el 5 de febrero, con una misa en la ermita de San Miguel y una chocolotada en la Asociación “Majas de Goya”.

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