domingo, 30 de julio de 2017

Ampliación de las efemérides del 28 de julio


         El 28 de julio de 1936 alcanzó la palma del martirio el beato Antonio Lasa Vidaurreta, que había nacido en Loizu (Navarra) el 28 de junio de 1913. Era hijo de Miguel Lasa y de Josefa Vidaurreta, un matrimonio de profundos sentimientos religiosos que tuvieron cinco hijos. El mayor, Félix, fue médico; Eduardo que ingresó como Abogado del Estado y desempeñó importantes cargos en la Administración; Antonio, el nuevo beato; Higinio que, como heredero único, quedó a cargo de la hacienda familiar y contrajo matrimonio en nuestra ciudad; y Fermín, el menor, que fue militar.



Loizu (Navarra)

Periódicamente, visitaban Erro, cabecera del valle al que pertenece Loizu, unos misioneros que, con sus charlas, despertaron la vocación religiosa de Antonio quien, al cumplir los once años, fue admitido como postulante en la casa que la Congregación de Hijos del Inmaculado Corazón de María, conocidos popularmente como misioneros claretianos, tenían en Santo Domingo de la Calzada.

De allí pasó a Salvatierra, donde realizó el noviciado y, posteriormente, a Beire para cursar los tres años de Filosofía. Los estudios de Teología los hizo en Santo Domingo de la Calzada pero, al terminar el tercer curso, obtuvo permiso para pasar a la provincia claretiana de Bética, cuyo teologado estaba en Zafra, adonde llegó en 1935. Las circunstancias del momento aconsejaron el cierre de la casa, pasando los alumnos a la casa de Ciudad Real, donde les sorprendió el inicio de la Guerra Civil.



            El 23 de julio de 1936, el edificio fue incautado por las milicias populares y los estudiantes tuvieron que refugiarse en el convento de carmelitas de esa ciudad. Allí les fue comunicada por el propio Gobernador Civil, su condición de detenidos, sin explicarles las razones de esa decisión. Finalmente, unos días después fueron autorizados a trasladarse a Madrid, con los salvoconductos que les fueron facilitados.


Antigua estación de Fernán Caballero

         En la estación de Ciudad Real la multitud congregada intentó impedir que subieran al tren los 14 alumnos claretianos, con gritos de “¡No los dejéis marchar! ¡Son frailes! ¡Matadlos!”. Finalmente, el convoy se puso en marcha, pero en la siguiente estación que era la de Fernán Caballero, el tren fue asaltado y los 14 jóvenes fueron asesinados en el mismo andén.



Uno de ellos era Antonio Lasa Vidaurreta que tenía en esos momentos 23 años recién cumplidos. Curiosamente, su nombre figura en las lápidas de los caídos de Borja que hoy se conservan en el Cementerio Municipal, aunque no había nacido aquí ni llegó a visitar nunca nuestra ciudad.

            Ello se debe a que al quedar viuda su madre, en 1927, se trasladó a vivir a Borja con todos sus hijos, salvo Antonio que, como hemos señalado, había ingresado en la congregación de los claretianos tres años antes. Aquí contrajo matrimonio su hermano Higinio, con Ana Bonel, y en Borja está enterrada su madre y Celestino Itoitz con el que se casó en segundas nupcias y ejerció como padre de los niños.



Los restos de Antonio Lasa y sus compañeros mártires fueron inhumados, inicialmente, en el cementerio de Fernán Caballero. Al finalizar la guerra fueron trasladados al panteón que los claretianos tenían en Madrid y, en 1950, se llevaron a la parroquia del Inmaculado Corazón de María de la capital de España.




Finalmente, fueron inhumados en la parroquia de San Antonio María Claret de Sevilla, donde reciben culto, tras la ceremonia de beatificación, llevada a cabo por San Juan Pablo II el 13 de octubre de 2013, en una ceremonia en la que estuvo presente su familia borjana. 

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