No es
la primera ocasión en la que nos ocupamos de esta institución que hunde sus
raíces en la Edad Media y que se conoce con el nombre de dula, sinónimo de “vicera”
en nuestra zona. Lo hicimos al hablar de esta fuente situada en la plaza de la
Dula de Magallón y también al recordar la reinstauración de la dula en 1805 en
Mallén.
Ahora,
D. Guillermo Carranza Alcalde ha localizado un interesante documento sobre la
dula de Bulbuente, correspondiente al año 1852, cuando fue necesario reemplazar
al encargado de la misma, Romualdo García, por haber fallecido.
La
dula era un sistema por el que los vecinos reunían los animales de labor,
encomendándolos a un encargado de llevarlos a pastar. También se hacía en
ocasiones con el ganado ovino o caprino, aunque como señala el Diccionario de
la Real Academia Española, era de aplicación preferente para el ganado mayor.
El
interés del documento al que no estamos refiriendo es que el acta del
Ayuntamiento de Bulbuente se refleja minuciosamente el funcionamiento de “la
dula o vicera” (utiliza ambas palabras).
El
encargado debía ser una persona “ágil y celosa”, para evitar que “se desgracien
o las caballerías que se confíen a su cuidado”. En este caso, por lo tanto, son
animales de labor, aunque puede llevar también seis cabras para que “tenga este
arbitrio y también para poder suministrar la leche de las mismas a los
enfermos, siendo estos vecinos del pueblo y preferidos a cualquiera otro de él
que se halle con la completa salud”.
Todas
las mañanas, el encargado debía recorrer las calles del municipio haciendo
sonar una esquila para que los vecinos pudieran llevar sus animales a la calle
de la Dula, que aún subsiste con ese nombre, donde debía esperar media hora
para dar tiempo a que se reunieran. Transcurrido este plazo las llevaba a pasar
a las eras y a las zonas asignadas que eran una parte de la dehesa del Duero,
el monte Terrer y “todas las yerbas”, además de las huertas, cuando era posible
hacerlo en ellas. Si por “temporal o tronada” tenía que regresar antes de
mediodía, tenía la obligación de volverlas a sacar por la tarde, percibiendo
por su servicio seis almudes de trigo al año, por cada animal, haciéndose
responsable de los daños que, por descuido, pudieran sufrir para lo que, en el
momento de asumir el cargo, debía depositar una fianza.
En
Ambel también ha pervivido el recuerdo de esta institución en el nombre popular
con el que es conocido este espacio de la calle del Moral: “plaza de la Vicera”,
un lugar céntrico desde el que se puede acceder al exterior del casco urbano
por la citada calle que toma su nombre de un gran moral que existió en el
pasado, junto a una balsa que se llamaba “del moral”, aunque después fue
conocida como “balsa de los olmos”.
Otra
referencia la encontramos en Añón, donde existe una calle de la Dula, al pie de
la cual aún puede verse un abrevadero, elemento imprescindible cuando se
trataba de reunir el ganado mayor en ese lugar.
Aunque
en Talamantes no existe ninguna calle que mantenga el nombre específico de dula
o vicera, desde antiguo se conoce a este abrevadero como “fuente de los machos”
por lo que, dada su ubicación, bien pudo ser punto de reunión para las
caballerías, si se utilizaba este sistema o para que bebieran las encerradas en
las casas, cuando no salían a trabajar.
Agradecemos
a D. Guillermo Carranza la información facilitada y las imágenes en color que
ilustran el artículo que fueron realizadas en el transcurso de la preparación
del nuevo volumen sobre el Patrimonio Hidráulico de la Comarca que está
ultimando.
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