Que
durante la guerra civil hubo en el Santuario de Misericordia de Borja una
unidad italiana allí estacionada es un hecho conocido e, incluso, hemos
publicado aquí algunas fotografías que logramos adquirir en una subasta
internacional. Pero ahora D. Jesús Morer nos ha hecho llegar estas imágenes en
las que aparecen una serie de personas de nuestra ciudad que trabajaron con
ellos durante esa etapa. Evidentemente, se trataba de quienes por su edad no
habían sido movilizados para los frentes de batalla.
Siempre
ha despertado curiosidad el cometido de los italianos en nuestro Santuario. Hoy
sabemos que era una unidad de transporte y reparación de vehículos, como los
que se ven en la imagen tomada allí. Pero, a través de un cartel fijado en uno
de los árboles, indicando el lugar de aparcamiento nos ha llamado la atención a
Pasquale Trucchi, uno de los empresarios italianos del sector del transporte
más importantes de aquellos años y que fue quien gestionaba el movimiento de
camiones en Borja. Por otra parte, los militares destinados aquí eran
profesionales y, por sus uniformes, hemos podido constatar que algunos
pertenecían al Cuerpo de Carabinieri.
Se
alojaban en las llamadas “Casas de Gracia” y, por su simpatía, pronto
establecieron relaciones con muchas jóvenes de Borja que, en algunos casos,
llegaron a consolidarse al contraer matrimonio.
Ese
fue el caso de estos dos galanes. El de la izquierda era el Suboficial de
Carabinieri D. Nicola Urbani y el de la derecha el Oficial D. Carlo Violi.
Ambos se casaron con dos apuestas jóvenes borjana. Carlo murió en el transcurso de la II Guerra
Mundial, pero Nicola formó su familia en nuestra ciudad, donde tiene
continuidad.
Aquí
aparecen María Pilar López, entonces novia de Nicola Urbani, y Consuelo Tejero que,
muy pronto, quedó viuda de Carlo Violi. La afabilidad de los italianos contaba
también con el apoyo de preciosos modelos de coches, entonces desconocidos
entre nosotros, como ese Lancia negro que se aprecia en la primera imagen. No
es de extrañar, por lo tanto, que triunfaran en Borja. De hecho, de cuando en
cuando, aparecían alemanes que eran mucho más distantes y “secos”. Por
testimonios recabados de los niños de entonces, únicamente se dirigían a ellos
para pedirles las cajas metálicas de los cigarrillos que fumaban, pues al
parecer estaba de moda coleccionarlas.
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