Los
congresos son ocasión para el debate científico entre sus participantes que no
se circunscribe a las sesiones, sino que se prolonga posteriormente en los
actos sociales que suelen programarse. Así ocurrió en el pasado congreso sobre
Juan de Coloma, celebrado en Borja, donde los asistentes tuvieron la oportunidad
de visitar la iglesia del convento de Santa Clara, admirando su retablo mayor y
los dos laterales, todos ellos obra del gran escultor aragonés José Ramírez de
Arellano, a mediados del siglo XVIII. Aunque su autoría fue sugerida en 1980 por
la Profª Dª Belén Boloqui, pero fue el Dr. D. Alberto Aguilera quien, en 2006, localizó
de las capitulaciones de las obras en el archivo del convento y el modo en el
que se llevó a cabo la financiación de las diferentes etapas constructivas, quedando
demostrada la intervención de Ramírez de Arellano en esa importante obra.
Pero
fue durante el recorrido por el museo del convento, cuando el interés de la
Profª. Dª. Rebeca Carretero se centró en esta imagen de Cristo con la Cruz a
Cuestas que se exhibe en la sala III y que fue encargada por los miembros de la
Venerable Orden Tercera.
Como es
sabido, dentro de la familia franciscana existe una tercera orden, integrada
por laicos que surgió por impulso del propio San Francisco y cuya primera regla
fue aprobada por el Papa Honorio III en 1221, aunque la consolidación oficial
tuvo lugar en 1289, bajo el pontificado de Nicolas IV.
No se
conoce el momento de su implantación en Borja, aunque están documentos desde
comienzos del siglo XVII, cuando eran conocidos como los “terceroles”. Desde
1623 llevaban a cabo el rezo del Via
Crucis el día de Viernes Santo, acompañados por la comunidad de
franciscanos. De hecho, la Semana Santa borjana tiene su origen en aquella
práctica.
Se
sabía que los miembros de esta Orden Tercera de Borja habían encargado en el
siglo XVIII esta imagen de Nuestro Señor con la Cruz a Cuestas para ser utilizada
en las procesiones que realizaban. El Dr. Aguilera ya había sugerido que su
autor pudo ser el propio Ramírez de Arellano y esta opinión fue corroborada por
la Profª. Carretero, aunque hasta el momento no ha podido encontrarse la
documentación que lo acredite.
No
obstante, estamos ante una obra de interés que podría sumarse a la relación de
obras realizadas por el citado escultor y, en cualquier caso, es llamativo el
que se haya conservado, a pesar de su fragilidad, dado que el cuerpo es de tela
engomada y pintada para aligerar su peso, algo por otra parte habitual en la
escultura de esa época.
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