domingo, 25 de octubre de 2020

Cementerios

 

  
       Se acercan las fechas en las que, siguiendo una dilatada tradición, los cementerios registrarán un elevado número de visitas por parte de todas aquellas personas que acuden a rendir tributo a las personas queridas que reposan en ellos. Este año, debido a la situación sanitaria que estamos atravesando, ya ha habido lugares en los que se aconseja posponer las visitas e, incluso, limitar el aforo de los recintos cuando pueda darse el caso de un elevado número de visitantes de forma simultánea.

         Creemos que esas muestras de cariño que son las ofrendas florales de estos días pueden efectuarse de forma espaciada y, siempre que sea posible, de manera individual, sin provocar aglomeraciones y manteniendo las medidas de seguridad, mientras no se disponga otra cosa.

         Pero, lo cierto es que la epidemia sigue su curso ascendente sin que, en estos momentos, pueda efectuarse un cálculo preciso de sus consecuencias. La más trágica sería un notable incremento del número de fallecimientos. Por ahora, aún no se han alcanzado las cifras de la pasada primavera y ojalá que no nos veamos desbordados en esta nueva etapa.


         Sin embargo, las autoridades a la hora de elaborar los planes de contingencia siempre deben situarse en el peor de los supuestos y esto afecta también a los Ayuntamientos en las competencias que les son propias y hay una que les corresponde específicamente a ellos: la de disponer de un número suficiente de enterramientos para un imprevisto caso de necesidad.

         Hay cementerios en los que el espacio disponible es muy escaso y una mortalidad superior a lo normal puede colapsar su capacidad. En Borja, ya ocurrió eso en una lejana epidemia que obligó a cerrar Santa María (donde entonces tenían lugar los enterramientos) y trasladar el culto a Santo Domingo.

         Actualmente no es complicado construir nichos, pero hay que tenerlo previsto. No sirve alegar el recurso de la incineración pues, en los meses pasados, las instalaciones habilitadas para ello en algunas ciudades se vieron desbordadas y hubo que recurrir a las de otras localidades, algunas muy alejadas.


         En otros casos se abrieron fosas comunes y las de la isla de Hart en la bahía de Nueva York impresionaron a todos. No se trata, por lo tanto, de alarmismos innecesarios ante algo que puede no ocurrir, sino de evitar ser sorprendidos en el caso improbable de que ocurriera un número de fallecimientos superior al que todos deseamos.




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