miércoles, 20 de noviembre de 2019

Recorrido por Limburg



         Lo primero que sorprende al visitante cuando accede al casco antiguo de Limburg es el cuidado de sus edificios y la limpieza de sus calles, todas ellas prácticamente peatonales.





         El esfuerzo realizado para preservar los modelos de la arquitectura tradicional en todos los edificios privados merece ser resaltado, dado que entre ellos no se observa ningún elemento que contraste con la tónica general, lo cual es sumamente infrecuente en otras latitudes.




         Nuestra primera visita, tras la celebración eucarística con la que se abrió la reunión, fue al Museo Diocesano, donde pudimos contemplar piezas de gran interés. Nos llamó la atención este portapaz que lleva en su centro un Agnus Dei del Papa Pío VIII.





         Entre otras obras destaca el llamado “bastón de San Pedro”, con su estuche, que en realidad es un bastón senatorial del siglo I.




         Una de las salas del museo está dedicada a las piezas de arte africano reunidas por los misioneros de la colonia del Camerún que, como es sabido, fue posesión alemana hasta la I Guerra Mundial.




         De allí pasamos a la catedral de San Nicolás y San Jorge, construida durante el reinado del emperador Federico II (1235), aunque sus orígenes se remontan a una pequeña iglesia, dedicada a San Jorge, que allí existió desde el siglo VIII.





         Del momento de fundación de la catedral data la pila bautismal, de forma octogonal, con escenas del bautismo de Cristo y referencias a los pecados capitales. También del siglo XIII es la lauda sepulcral del conde Konrad Kurzbold, aunque las figuras que le sirven de soporte son del siglo XI.




         Entre otras obras podemos destacar la representación del árbol de Jesé, una pintura mural realizada en el siglo XVI a instancias del matrimonio de Limburg Kalchoffen/Langenbach.





         Por la tarde del jueves 14 nos desplazamos hasta la antigua colegiata de San Lubentius en el distrito de Dietkirchen. La colegiata fue suprimida por el príncipe de Orange-Nassau y, en la actualidad, es la parroquia de ese distrito y la capilla de la Santísima Trinidad se reúne la comunidad protestante.

         Ubicada sobre una colina a unos tres kilómetros del centro urbano de Limburg, destaca sus dos altas torres, unidas por un puente de madera moderno. Desde allí se divisan unas bellas vistas de su entorno.




         El templo está dedicado a San Lubentius que fue el evangelizador del valle del Lahn en el siglo VIII. Según la tradición, sus restos fueron depositados en un bote que navegó hasta el emplazamiento de la iglesia que había fundado. Actualmente, se veneran en el altar mayor, salvo el cráneo que se encuentra en el interior de un relicario en la capilla que le fue dedicada bajo la torre norte.





         El templo, de planta de cruz latina y estilo románico, se cubre con techumbre plana y tiene una sobria decoración. Queremos llamar la atención sobre el emplazamiento del sagrario que, en muchas iglesias alemanas, se sitúa sobre un pilar o estructura vertical.




         Entre las obras de arte allí conservadas pudimos contemplar esta imagen de Santiago, con los donantes a sus pies y la lauda sepulcral del caballero Dietrich von Dehrn, con los grilletes que donó a la iglesia, en agradecimiento a su rescate, tras el cautiverio que sufrió a manos de los turcos.




         Bajo la contigua capilla de San Miguel se encuentra una cripta con sus muros tapizados de restos óseos que sorprenden al visitante.






         No es de extrañar, por lo tanto, el interés con los que los fotografiaron nuestros compañeros franceses y alemanes. Entre ellos se exponen algunos huesos largos con fracturas indebidamente consolidadas que, por lo tanto, tuvieron que provocar serias limitaciones motrices a esas personas, así como algún cráneo con orificios, probablemente ocasionados por impactos de proyectiles.

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