martes, 26 de noviembre de 2019

Un torneo en la corte papal


         Javier Lajusticia Manero, siempre interesado en todo lo relacionado con justas medievales y juegos tradicionales, encontró en un libro del arzobispo Brugués, que tuvo la oportunidad de consultar en Limburg, este grabado de Étienne Dupérac (c.1535-París, 1604), un arquitecto, pintor y grabador francés, establecido en Roma, donde lo realizó a partir de un lienzo anterior, de un pintor anónimo italiano, que había “inmortalizado” ese acontecimiento.



         Hemos tenido interés por documentar ese acontecimiento que tuvo como escenario el patio del Belvedere que, acababa de ser terminado poco antes, respondiendo al proyecto que el Papa Julio II había encargado a Bramante y que no llegaron a ver concluido por la muerte de ambos.



         Fue Pío IV quien pudo dar por finalizada la unión de los palacios apostólicos con el antiguo casino de Belvedere, constituyendo un gran complejo en tres niveles, presididos por un gran nicho en el que se situó una monumental piña de bronce, rodeado de jardines, bosques y fuentes. Actualmente, en torno al patio se alberga una buena parte de los Museos Vaticanos.




         El torneo representado en el grabado tuvo lugar el 5 de marzo de 1565, con ocasión del matrimonio del conde Annibale Altemps y Hortensia Borromeo, ambos sobrinos del Papa.
         El conde era hijo de Wolf Dietrich von Ems zu Hohenems, perteneciente a una distinguida familia austriaca, que había servido como militar a Carlos V. Estaba casado con Chiara Medici, hermana del Papa, con la que tuvo tres hijos. El mayor Annibale había sido nombrado comandante a la milicia pontificia.
         La novia Hortensia Borromeo era hija del conde Gilberto Borromeo y Margarita de Médici, otra de las hermanas del Papa. Otro de los hijos del matrimonio Borroemeo-Medici fue San Carlos Borromeo.

         Estaba previsto que las justas comenzaran al atardecer de ese día, pero la multitud congregada desde el alba reclamó el inicio, anunciado con una ensordecedora salva de artillería y el toque de trompetas. Fue el último de los espectáculos de este tipo llevados a cabo en el Vaticano y de la peligrosidad de los mismos constituye una clara muestra el hecho de que tres caballeros perdieron la vida en el torneo.





         El eco alcanzado por las justas tuvo su reflejo también en la edición de una descripción de las mismas con varios grabados entre los que se encuentra el que muestra la disposición de los caballeros que participaron en ellas.

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