martes, 26 de mayo de 2020

La gran ola que viene


         El pasado domingo dedicamos un artículo al Gran Terremoto de Lisboa de 1755 y sus consecuencias en España, una enorme catástrofe que se puede repetir en cualquier momento, aunque ello signifique que puede ser mañana o dentro de unos años, pero lo cierto es que ocurrirá, debido a la cercanía de nuestra península a la zona de confluencia de las placas euro asiática y africana.
         En 2017 fue estrenado en los cines españoles la película “La gran ola”, dirigida y producida por el onubense Fernando Arroyo. Rodada en España y Portugal, participaban en este documental destacados especialistas de ambos países que alertaban sobre las terribles consecuencias del maremoto que le acompañará.

         La película recibió 7 nominaciones a los Premios Goya de 2018 y fue proyectada en el programa “Documentos TV” de TVE. Durante un tiempo era posible verla en su archivo, aunque cuando lo hemos intentado ahora ya no es posible por haber cancelado los derechos. Quizás tenían razón cuando el tráiler afirmaban que era. “La película que nadie quiere que veas”.





En el recuerdo de todos están las imágenes de las consecuencias del tsunami que afectó a Japón en 2011, que ocasionó unos 16.000 muertos y elevadísimos daños materiales, así como el de 2004 en el océano Índico, mucho más mortífero ya que hubo cerca de 300.000 fallecidos y más de un millón quedaron sin hogar.




         El documental plantea las catastróficas consecuencias que tendría en las costas atlánticas españolas un tsunami con olas de más de 12 metros, insistiendo en la necesidad de establecer un plan de contingencia para intentar salvar al mayor número de personas.

         Tras su proyección en un cine de Cádiz, hubo un coloquio en el que el director Fernando Arroyo preguntó a los asistentes sobre lo que harían en caso de enfrentarse a un maremoto de esa magnitud. La opinión unánime fue: “Coger el coche y escapar”. “Están todos ustedes muertos” les respondió porque, efectivamente, el atasco producido por tantos coches huyendo tan solo permitiría la salvación de los primeros, si les daba tiempo.




         Pero frente a los que puedan tildar de sensacionalista al documental, en el número de enero-febrero de la Revista General de Marina (redactado y publicado antes de la crisis del coronavirus) apareció un artículo firmado por los Capitanes de Navío D. Antonil Ángel Pazos García y D. Francisco Javier Galindo Mendoza, titulado “El maremoto que viene” en el que, además de recomendar el ver el documental, señalaban las consecuencias de un fenómeno que “viene de camino”, aunque “la realidad es que no sabemos cuándo ocurrirá”.






         Para la Armada Española no es una cuestión baladí, dado que en Rota se encuentra su base más importante con la mayor parte de la Flota. A la vista de lo ocurrido en ocasiones anteriores, las probabilidades de todos los barcos terminaran varados varios metros dentro de tierra son muy altas.
         De ahí, los estudios que se vienen realizando desde hace tiempo, con simulaciones de lo que podría ocurrir para poder establecer sistemas eficaces de evacuación encaminados a minimizar el número de víctimas. Pero, los autores señalan la necesidad de concienciar a la población civil sobre ideas básicas de autoprotección, dado que por la gran extensión de la zona afectada, el corto período de tiempo de respuesta y la alta densidad de población en esas costas, especialmente en verano, podría llegar a ser la mayor emergencia a la que tendría que enfrentarse nuestro país, al menos de forma instantánea.
         Nos ha  interesado especialmente una de sus conclusiones que reproducimos: “No podremos decir que no lo sabíamos, que nos pilló de sorpresa. El hecho de que sea de rara ocurrencia en nuestra zona no debería ser argumento para no estar preparados y, en esa andadura, aunque con paso lento, se va avanzando, aun cuando queda un largo camino por recorrer”.
         A nosotros, en contraste con el “optimismo” de los autores, nos parce que se ha hecho mucho menos de lo necesario, entre otras razones porque, como señalábamos en el modelo de tratamiento de crisis que establecimos hace ya más de diez años, el primer factor es “Negar la evidencia”. Como nada va a ocurrir y si ocurre será una pequeña olita en la que disfrutar surfeando, para qué preocuparnos.
         Mucho más contundente fue María Belón, una superviviente de maremoto de 2004, quien afirmaba en el documental que hemos comentado: “A mí me parece criminal saber que ese tsunami en las costas andaluzas se va a repetir y que la gente viva sin saberlo”.

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