martes, 2 de marzo de 2021

El paso de Cristo atado a la columna

 

         El segundo de los Misterios Dolorosos del Santo Rosario en la Flagelación del Señor, representada en la procesión del Jueves Santo de Borja por este paso conocido como “Jesús atado a la columna”, que desfila tras el de la Oración en el huerto.

         A ese episodio de la Pasión de Cristo hacen alusión los cuatro evangelistas aunque de forma muy sucinta: “después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran”, afirman Mateo y Marcos (Mt 27, 26) (Mc 15,15), mientras que Juan señala “Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar” (Jn 18,1). En el caso de Lucas no lo menciona, aunque señala que Pilato, al no ver culpa alguna en Jesús intentó salvarlo.  “Le daré un escarmiento” (Lc 23, 22) era su intención, aunque las protestas del populacho hicieron que terminara condenándolo a muerte.


         De los cinco pasos de la procesión, éste es sin duda el de mayor calidad y la labor investigadora del Dr. D. Alberto Aguilera Hernández ha permitido saber que la talla fue encargada por el cabildo, figurando ya la primera vez que salió la procesión.



         La imagen muestra a Cristo desnudo, con un paño sujeto en torno a su cintura por una cuerda y sus manos atadas a la columna. Inclinado lateralmente, en su espalda muestra las señales de los latigazos, aunque de forma contenida, como también lo es la expresión de su rostro.


         En 1648 disponía de capilla propia en el claustro de la colegiata que, probablemente era la actual. En 1665 se le dio el paso a la cofradía de San José para que lo llevara en la procesión y, en enero de 1666, los cofrades se comprometieron a ello ante notario.


         Desde entonces, lo han venido llevando año tras año, con el único cambio de la introducción en época reciente de los actuales hábitos, dado que los antiguos eran negros con tercerol también negro, como todos los de aquellos que participaban en las procesiones borjanas, mientras que ahora son blancos con capirote y vivos de color rojo.

         También se ha podido documentar que, en 1686, la cofradía se encargó de “encarnar” la imagen. Ello no quiere decir que anteriormente estuviera sin policromar pero quizás se había deteriorado, sin que al no haberse demostrado que volviera a hacerlo con posterioridad, la policromía actual de la imagen es la resultante de esa intervención de finales del siglo XVII.



         Otra cosa curiosa es que, en un determinado momento, la cofradía depositó la imagen en la capilla de la que es titular San José, que era de su propiedad, pidiendo permiso para colocar en la del Cristo atado en la columna las peanas o andas que utilizaban en las procesiones, tanto de Semana Santa como de su titular. Afortunadamente, las cosas volvieron a su origen y, ahora, el Cristo sigue en su propia capilla.


 


 



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