lunes, 22 de marzo de 2021

Los heraldos que abren la comitiva del Entierro de Cristo

 

         El Entierro de Cristo es una comitiva funeraria que, partiendo de la colegiata de Santa María, se encamina a la plaza de España donde tienen lugar el sellado del arca que contiene la imagen yacente de Cristo.

         Todos y cada uno de los elementos que la componen tienen un significado preciso que responde a un esquema que fue definido en un momento indeterminado, tomando alguno de ellos de la procesión del Jueves Santo a la que se habían incorporado con anterioridad.

         Como hemos señalado en ocasiones anteriores todos ellos pueden ser enmarados en tres grandes apartados: El recuerdo de la pasión; la muerte y su poder; y la transcendencia universal de la Redención. Eso por lo que a símbolos se refiere porque también se integra todo lo relacionado con el entierro propiamente dicho que, en este caso, reúne especial solemnidad.

         En artículos sucesivos vamos a ir comentando cada uno de los elementos que integran la comitiva, intentando dar respuesta a su significado que no siempre puede ser plenamente precisado.


         Abren el cortejo los llamados “heraldos” personajes, uno de los cuales porta una maza. La maza es uno de los signos distintivos de determinadas corporaciones como la municipal, que desfila precedido por dos maceros, o el cabildo colegial que también tenía su propio macero.

         La presencia de ese macero solitario con una maza de madera al comienzo del Entierro de Cristo nos sigue planteando a algunos problemas pues aún no hemos podido precisar a qué obedece y cuándo fue colocado en ese lugar.



         Lo que sí hemos podido documentar gráficamente es que esa sencilla maza que porta es idéntica a las que utilizaron los maceros municipales hasta 1889, tras haber sido robadas las originales de plata durante la Guerra de la Independencia. En esta antigua fotografía de la procesión de San Roque se ve con claridad la forma que tienen las usadas en esos momentos.


         Las actuales fueron encargadas en 1889 con ocasión de las grandes fiestas del I Centenario de la Virgen de la Peana pues se consideraba indecoroso continuar con esas toscas mazas de madera. Pero el caso es que una de ellas se ha perpetuado al frente del Entierro de Cristo.



         En los últimos años hemos visto que acompañan al macero dos (en ocasiones más) personas revestidas con el hábito de la cofradía de las Almas, portando sus varas crucíferas. Sin embargo, hasta no hace mucho tiempo se mantuvo la costumbre de que fueran tocando unas campanas, algo completamente inadecuado ya que el día de Viernes Santo las campanas deben estar silenciosas.


         Son matracas y carracas las que suenan desde la tarde del Jueves Santo hasta el Gloria de la Vigilia Pascual. En el Entierro de Cristo vimos en alguna ocasión este curioso instrumento que portan unos monaguillos.



         Una comitiva compleja como la que estamos comentando requiere de la presencia de un regidor que vaya dando salida a los participantes en el lugar adecuado y con el debido orden para evitar errores como el de hace no muchos años en los que al inicio de la comitiva marchaba el macero, acompañado por la inadecuada bandera negra del Entierro de Cristo y la sorpresa añadida de figurar en ese extraño trío la del “Duelo del Señor”. A ambas banderas nos referiremos en artículos posteriores.


         Pero siempre ha habido errores como el que aparecen en esta antigua imagen (con personas muy queridas y recordadas) en la que la bandera negra precede a los heraldos. Además, con la cofradía de San Juan desfilaba la Banda de Cornetas y Tambores de la Cruz Roja, vistiendo sus integrantes el uniforme completo con casco y correaje, algo poco habitual en una procesión de estas características.








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