Alrededor de 100.000 personas, procedentes del antiguo Protectorado Español en Marruecos combatieron en la Guerra Civil española. La mayoría de ellos eran simples soldados, pero también hubo suboficiales y oficiales, algunos tan importantes como Mohammed ben Mizzian, que llegó a ser Teniente General y Capitán General de Galicia y Canarias, antes de retornar a Marruecos donde fue Ministro de Defensa y el único mariscal de las Fuerzas Armadas Reales.
Las numerosas bajas en combate y las
producidas en los hospitales en los que eran ingresados los heridos, hizo
necesario disponer de cementerios militares para ellos, dado que por su
condición de musulmanes y las normas que establece su religión, no podían ser
enterrados en cementerios cristianos.
Uno de esos cementerios está ubicado en
la localidad madrileña de Griñón, en un terreno que fue donado por una dama de
origen hispano-marroquí, continuando en uso hasta nuestros días. Tiene una
extensión de unos 7.000 metros cuadrados y dispone de una mezquita al frente de
la cual hay un imán que cuida del cementerio. En un momento determinado, el
recinto fue cedido por el Ministerio de Defensa al Consulado General de
Marruecos que se hizo cargo de su conservación, hasta que se suscitó un grave
problema con el Ayuntamiento.
En el cementerio, habían venido siendo
enterrados muchos musulmanes fallecidos en España, especialmente de países de
Oriente, dado que los marroquíes optaban por trasladarse a su país, en sus
últimos años.
El cementerio estaba al límite de su
capacidad y, aprovechando esa circunstancia, se produjo una intervención de la
Guardia Civil (por iniciativa propia o a instancia de parte) en la que denunció
el incumplimiento de la normativa española de enterramientos. Las normas
islámicas exigen que la inhumación sea realizada con el cadáver depositado en
la tierra, mirando a La Meca, sin ataúd, y a una cierta distancia de las tumbas
contiguas.
El Ayuntamiento en quien recaían las
competencias en materia de policía sanitaria y de cementerios, dispuso que los
enterramientos se efectuaran en ataúdes, algo imposible de cumplir, y al mismo
tiempo, logró que le fuera cedido el recinto por 50 años. A raíz de la polémica
ya no tienen lugar enterramientos allí.
Este problema se ha suscitado también
en otros lugares, en los que, asimismo, se aducen razones sanitarias, pero no
exentas de una evidente intolerancia hacia los usos y costumbres de un
colectivo, al que le quiere forzar a renunciar a algo irrenunciable,
justificándolo en la imposibilidad de que la ley haga distinciones entre los
ciudadanos por razones de fe.
Pero esas cuestiones, aún siendo
graves, superan los objetivos de este artículo en el que únicamente se pretende
dar noticia de uno de los cementerios militares musulmanes que hay en España.
Mañana hablaremos de otros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario