Las reuniones del Comité Intergubernamental para la salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial que tienen lugar cada año, en un continente diferente, se caracterizan por el elevado número de asuntos debatidos y por las largas sesiones, en el transcurso de las cuales se suceden las intervenciones de los miembros del Comité, algunos de los cuales son muy reiterativos a la hora de defender sus posiciones.
En la reunión, España estuvo representada por su embajador permanente ante la UNESCO, D. Ion de la Riva, que ocupó una de las Vice-Presidencias y actuó como relator, mientras que, en el lugar asignado a nuestro país en la sala se encontraban Dª María Ángeles Albert, Directora General de Bellas Artes y Bienes Culturales del Ministerio de Cultura y dos Subdirectoras Generales. Dª Ángeles Alastrué, Subdirectora General de Protección del Patrimonio Histórico y Dª Elisa de Cabo, Subdirectora General Adjunta. Una nutrida delegación que se completaba con un asesor externo. En todo momento, se hizo notar la presencia de la portavoz española, Dª María Ángeles Albert, protagonista de numerosas intervenciones defendiendo causas perdidas, con la esperanza, quizás, de lograr mejores resultados para España ya que, en esta ocasión, varias de las candidaturas presentadas habían sido objeto de diversos reparos por parte de los órganos encargados de su evaluación. Al final, el balance no ha sido excesivamente favorable ya que tan sólo se ha logrado una inscripción en la Lista representativa y el reconocimiento, entre las mejores prácticas, de una de las tres propuestas que presentaba España.
Para su inscripción en la Lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, España había presentado dos candidaturas: la Fiesta de la “Mare de Déu de la Salut” de Algemesí y la “Fiesta de los patios de Córdoba”.
La aceptación de la primera de ellas había sido recomendada por el órgano subsidiario y fue aprobada sin ningún tipo de problemas. Se trata de las fiestas que, en honor a la patrona de ese municipio, tienen lugar cada año entre el 7 y el 8 de septiembre. Hasta tres procesiones tienen lugar durante esos días, con diversas manifestaciones culturales que se remontan a la Edad Media. Al tener conocimiento del triunfo de su candidatura, las campanas de la localidad sonaron a las 8 y a las 12 del mediodía, en medio del entusiasmo popular. Los medios de comunicación señalaban que “Algemesí ya es Patrimonio de la Humanidad”, lo que viene a corroborar este error tan difundido sobre la realidad de estas declaraciones.
Por lo que respecta a la candidatura de los patios de Córdoba, el órgano subsidiario propuso rechazarla por incumplir varios de los requisitos exigidos, lo que supone que no podrá volver a presentarse durante varios años y que sus probabilidades de que llegue a salir adelante son, probablemente, escasas. A nuestro juicio, fue una candidatura mal presentada o, al menos, mal enfocada. En lugar de presentarla como “fiesta de la Cruz de mayo”, incluyendo sus diferentes manifestaciones culturales, se optó por incidir en la decoración de los patios y en la existencia de un concurso para premiar los mejor decorados.
Por su parte, entre las propuestas presentadas para su inscripción en el registro de las mejores prácticas de salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial, figuraban tres españolas.
Sólo fue aprobado el proyecto de revitalización del saber tradicional para la elaboración de la cal artesanal en Morón de la Frontera, al que nos referiremos más detenidamente en un nuevo artículo. Era el único que había recibido un informe favorable del correspondiente órgano subsidiario, que es diferente del que evalúa las candidaturas a la Lista representativa.
Por el contrario, respecto a las propuestas relativas a la elaboración del Atlas del Patrimonio Inmaterial de Andalucía y al papel de las Sociedades Musicales en la salvaguarda del patrimonio cultural inmaterial de la comunidad valenciana, el órgano subsidiario había propuesto no seleccionarlas, señalando algunas deficiencias encontradas en ambas candidaturas, más significativas en el caso de la segunda, por lo que, en el último momento, la representación española decidió retirarla, intentando defender al Atlas de Andalucía, sin alcanzar su propósito.
Hemos procurado ceñirnos a los resultados, dejando al margen otras valoraciones sobre la actuación española o sobre la propia realidad de la convención que, como se resaltó en la sesión inaugural, puede morir de éxito, al convertirse en una especie de competición entre los países para ver quién coloca más candidaturas en las listas correspondientes, buscando esa declaración de “Patrimonio de la Humanidad” que no es real, pero que se interpreta como un título de prestigio y reclamo que muchas veces busca más los intereses turísticos que la protección de los propios bienes que son objeto de la declaración.