Nuestro compañero José Antònio Falcão ha publicado un interesante artículo, que nos ha remitido, en el que aborda una página de la historia de Brasil, protagonizada por un destacado explorador portugués, Martim Soares Moreno, del que, como dice, muy pocos recuerdan en Portugal, así como de una obra literaria que forma parte del patrimonio literario de aquel país americano.
La novela lleva
por título Iracema y fue publicada por José de Alencar, en 1865,
habiendo sido traducida a varios idiomas e, incluso, llevada al cine.
Iracema es una
palabra guaraní que significa “labios de miel” y era el nombre de una indígena
tabajara, que se enamoró del citado Martim, con el que tuvo un hijo, Moacir, al
que el autor considera el primer brasileño auténtico de Ceará.
Martim Soares Moreno, había nacido
en Santiago do Cacem hacia 1586 y, siendo muy joven marchó a Brasil en compañía
del gobernador Diogo Botelho. Participó en la expedición de exploración de Pero
Coelho de Souza, al interior de Ceará, donde destacó por entablar una relación
amistosa con los indios de la región, llegando a dominar su idioma y hábitos.
Se estableció en la región de Río
Grande, y recibió del gobernador Diogo de Menezes la graduación de teniente de
la fortaleza de Río Grande, donde continuó su tarea de estrechar lazos con los
indígenas, preparando su incursión a Ceará.
En 1611, fue designado para fundar
la recién creada Capitanía de Ceará. Se inició así, bajo su mando, la conquista
de Ceará por los portugueses. Hablando el idioma de los indios, Martim Soares
Moreno neutralizó el dominio francés sobre determinados grupos indígenas del
litoral, donde creó núcleos de ocupación e inició la construcción del fuerte de
São Sebastião, hoy la ciudad de Fortaleza.
Considerado el fundado de Ceará,
intervino en numerosos hechos de armas, luchando contra los franceses, a los
que expulsó de aquellas tierras. Viajando a España, fue capturado por piratas
franceses, siendo condenado a muerte en Dieppe.
Gracias a la
intervención del IV duque de Monteleón, entonces embajador de España ante la corte
francesa, fue liberado y en 1618 volvió a Portugal, donde el rey le concedió la
Capitanía de Ceará y, tras combatir a los holandeses en aquellas tierras,
recibió el hábito de la Orden de Santiago.
El que el
monarca portugués fuera, en aquellos momentos Felipe III de España y II de Portugal,
significa que la historia de este gran portugués, que nos ha recordado José
António, sea una figura que pueda ser compartida por tres naciones hermanas:
Portugal, Brasil y España, del que hemos ofrecido estos datos procedentes,
tanto del citado artículo como de Wikipedia.




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