La colección de obras de José María Conget que conservamos
en nuestra biblioteca, junto con las de otros autores vinculados a nuestra
ciudad, se ha visto enriquecida con nuevas adquisiciones. Uno de ellos es La mujer que vigila los Vermeer, editado
por Pre-Textos en 2013. Una colección de relatos a la que da nombre uno de
ellos y en los que están presentes los perennes recuerdos del autor sobre
Zaragoza, los cines, los tebeos y el colegio de El Salvador. Pero, en esta
ocasión los hay también de Borja, de la casa en la que vivió, con el huerto y
la gran higuera en la que se mantuvo una mañana entera cantando hasta que pudo
ser rescatado, o el huerto vecino de la Tomasa. Pero como ha residido en otras
lejanas ciudades, ellas aparecen también en la trama de este entretenido libro,
dedicado a “Gabriela, con la promesa de que el próximo será de risas”.
También la Editorial Pre-Textos publicó en 2001 Nosotros los solitarios, con ocasión de
vigesimoquinto aniversario, en el que se incluyen textos de una serie de
escritores amigos que quisieron sumarse al homenaje. Entre ellos, Luis Antonio
de Villena, Andrés Trapiello, Soledad Puértolas e Ignacio Martínez de Pisón,
que lo coordinó. El de Conget se titula “Una investigación literaria”; trata
sobre plagios con un sorprendente final y merece la pena de ser leído.
En el año 2000 la Diputación de Sevilla organizó una
exposición sobre la obra del pintor Ricardo Cadenas, dentro de los actos
programados con ocasión del XI Encuentro del Cómic y la Ilustración de Sevilla,
del que Swing Drawings Serenade es el
catálogo. En él se incluyó un trabajo introductorio de José María Conget, al
fin y al cabo un apasionado del cómic, que llevaba por título “Dragon Lady
Blues”. No lo conocíamos y, en cierta manera, ha constituido un hallazgo.
Como también lo ha sido el encontrar otro texto de Conget, “Clandestinos”,
entre los incluidos en Eros. Alejaos
damas irreverentes que Ediciones “La Caja China” de Sevilla publicó en
2004. La obra reúne seis textos eróticos entre los que, como señala en la
presentación Ignacio F. Garmendia, el de Conget, “novelista de culto y asimismo
autor de excelentes relatos”, rememora “con una naturalidad tanto más admirable
cuanto que está trufada de guiños al lector culto” “los tiempos que fueron los
de su juventud, en el que el amor era una forma de clandestinidad y aun de
resistencia, en un conmovedor relato, no exento de ironía, que es también una
declaración de amor perdurable”.
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