lunes, 22 de febrero de 2021

Las bodegas de “El Abrevador”

         En un pequeño cerro existente muy cerca del abrevador, al que hicimos referencia recientemente, fueron excavadas una serie de bodegas todas ellas dedicadas a la elaboración del vino, las cuales presentaban la ventaja de ser mucho más accesibles que las ubicadas en otros lugares. No es de extrañar que allí se encontrara la que, sin duda, fue la segunda bodega en dimensiones de nuestra ciudad.



         Recientemente estuvimos allí, observando el crecimiento de plantas más propias de otras latitudes, aunque en Aragón también crecen en zonas secas y soleadas como la que nos ocupa. Son chumberas y pitas (agave); en este último caso parecen de la variedad pulquera. Ambas llegaron desde México tras el Descubrimiento y están consideradas como especies invasoras, aunque han llegado a formar parte del paisaje de algunas zonas del Levante español, donde por cierto están siendo víctimas de una plaga de cochinilla que no parece afectar a las de Borja, que vimos en excelente estado.



         Esta zona de bodegas fue apreciada por su cercanía y llegó a disponer de una fuente, pero la construcción de un estanque en que se reunían las aguas procedentes de la red de saneamiento les hizo perder gran parte de su atractivo. Aunque ese estanque ya no cumple ese cometido, tras la construcción de la nueva depuradora, pudimos constatar que, aunque queda alguna bodega bien mantenida, la mayoría de las restantes se encuentran abandonadas.




         Con sus puertas abiertas, posiblemente forzadas, y el interior saqueado, se les puede aplicar los versos que Rodrigo Caro dedicó a las ruinas de Italica: “campos de soledad, mustio collado” aunque el verdor dominante del cabezo, en estos momentos, contradiga lo de “mustio”.




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