Esta era la imagen que presentaba el castillo de Peñaranda de Duero hacia 1970, cuando ya se habían realizado obras de consolidación que mejoraron la situación anterior.
Porque
esta fortaleza cuyo primer núcleo está datado en el siglo XI, aunque su
definitiva configuración es fruto de las reformas acometidas por el primer
conde de Miranda, en la segunda mitad del siglo XV, se encontraba completamente
arruinada a comienzos del XX, como muestra esta obra de Luis Ortiz Echagüe, del
Museo Reina Sofía.
La
misma situación reflejaba el lienzo pintado, hacia 1925, por Carlos María de
Lezcano Fernández, que mostramos comparándolo con una imagen actual, desde el
mismo ángulo, en la que se aprecian las transformaciones operadas en ese
monumento que domina el casco urbano de Peñaranda de Duero, una de las más
hermosas localidades de España, con numerosos alicientes para su visita.
El castillo ha sido objeto de diversas actuaciones. Hemos podido documentar las realizadas por el arquitectos Anselmo Arenillas, en 1950, 1955 y 1956-1961, consistentes en labores de consolidación y restauración de los torreones y muralla. Nuevas obras de consolidación fueron adjudicadas en 1963 a Construcciones Topesan S. L.
Mucho
más reciente es la intervención realizada por Grijalva Arquitectos en la Torre
del Homenaje. Al acometer la redacción del proyecto, los muros de la torre
estaban zunchados con hormigón, pero nada quedaba de su interior que se
presentaba como “un tubo hueco”, sin plantas interiores ni cubierta.
El
proyecto de Grijalba Arquitectos consistió en la realización de “un gran
edificio mueble en altura, con un total de siete niveles, encajado en el
espacio vacante del interior de la torre, utilizando madera de roble,
estructura de pino laminado y vidrio de seguridad. Una de sus características
fundamentales es la de ser una actuación completamente reversible, dado que no
altera el contorno de la torre, ya que todas sus juntas son “secas y limpias”.
El
encargo respondía a la creación de un Centro de Interpretación de los castillos
del Duero que ha sido instalado en su interior en el que, a través de maquetas,
paneles explicativos y medios audiovisuales, se muestra cómo era la vida en esas
fortalezas; sus métodos constructivos o los riesgos a los que se enfrentaban en
un ataque.
El
recorrido incluye las distintas salas habilitadas en sus plantas, así como el
sótano que pudo ser utilizado como almacén o aljibe, para terminar en el
mirador superior, desde donde se divisa una hermosa perspectiva de Peñaranda y
su entorno.
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