miércoles, 13 de octubre de 2021

Un hijo de Justo Blasco que no conocíamos

         La investigación que estamos llevando a cabo sobre el gran músico y compositor borjano D. Justo Blasco Compans, nos está deparando importantes sorpresas. Cuando publicamos en nuestro Diccionario Biográfico su reseña, hicimos constar que “El 11 de diciembre de 1875 contrajo matrimonio en el Pilar de Zaragoza con Juana Ángela Sasera y Peyrafita, una joven huérfana, sin padres ni abuelos, con la que tuvo dos hijas que permanecieron solteras y un varón aquejado de una grave enfermedad mental”. Ahora, es preciso revisar todos estos datos, dado que, en cierta medida, no se ajustan a la realidad. Comentaremos otro día las relaciones familiares de su esposa, pero hoy queremos centrarnos en el “descubrimiento” de un hijo del que no teníamos noticia y del que, con grandes dificultades, hemos podido reconstruir su trayectoria personal hasta su trágico final.


         Todo comenzó al constatar que, el álbum personal de D. Justo Blasco, se habían conservado varios recortes de periódico referidos a un hijo llamado César Blasco Sasera. En 1894, el joven César Blasco se presentó a las oposiciones para ingreso en la prestigiosa Academia de Artillería, ubicada en el Alcázar de Segovia. Eran 130 los que optaban a una de las diez plazas convocadas y, en este recorte, queda constancia del éxito alcanzado al obtener el hijo una de esas plazas.


         Cinco años después, incluye otro en el que un periódico de Calatayud da cuenta de su promoción al empleo de primer teniente de Artillería, tras haber finalizado sus estudios. Con esos datos, otros que aparecen más tarde y la consulta de los periódicos de la época y del Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, hemos logrado conocer muchos datos de su biografía. Así hemos sabido que su primer destino, tras salir de la Acacemia, fue el batallón de Canarias.



         En un recorte de Heraldo de Aragón, se informaba de su ascenso al empleo de Capitán. No figura la fecha, pero hay otra información posterior de El Adelantado de Segovia, en el que da cuenta de la visita efectuada a esa ciudad de algunos alumnos del Colegio de Huérfanos de Santa Bárbara, acompañados por D. César Blasco, profesor del citado colegio.      


         En el empleo de Comandante lo hemos encontrado como Ayudante de Campo del General D. Felipe Mathé y de Jado Cagigal, que además de alcanzar el empleo de General de Brigada fue un destacado escritor. En alguna biografía publicada se afirma que falleció hacia 1910, algo imposible, dado que César Blasco cesó como Ayudante en julio de 1922, pasando a la situación de disponible, siendo destinado poco después al 15º Regimiento de Artillería Ligera. En 1924, con el mismo empleo de Comandante, volvemos a encontrarlo destinado en el Colegio de Huérfanos, donde en octubre de ese año es declarado apto para el ascenso a Teniente Coronel.


         Ignoramos, por el momento, los destinos que desempeñó en ese nuevo empleo pero cuando, en noviembre de 1929, le fue concedida la Placa de la Orden de San Hermenegildo se encontraba excedente “con todo el sueldo” en Madrid y, poco después,  el Diario de Burgos, daba cuenta de su reingreso en la 5ª Región Militar.

         Lo que es evidente es que, para entonces, se había convertido en un decidido defensor de posiciones claramente republicanas. De ahí, que tras el advenimiento del nuevo régimen le fueran confiados, ya con el empleo de Coronel, cargos de confianza.

         Entre ellos, el mando del Regimiento de Artillería Ligera nº 1, de guarnición en Getafe, en 1933. Procedía entonces del Taller de Precisión de Campamento. En 1934 se le dio el mando del Regimiento de Artillería nº 4.


         Cuando el 19 de abril de 1936 se produjo en La Coruña el levantamiento de la Guardia Civil y fuerzas de su guarnición contra la República, fue enviado desde Madrid como Juez Instructor (en informaciones publicadas se le señala como Teniente Coronel cuando ya era Coronel) a César Blasco considerado como un hombre de absoluta confianza del Presidente del Consejo de Ministros D. Manuel Azaña y del Ministro de la Gobernación D. Santiago Casares Quiroga. A César Blasco se le atribuía la frase de que “España se arreglará cuando mi caballo coma pienso en el altar mayor de la catedral de Toledo”, lo que da idea de la radicalidad de sus ideas.

         Su apoyo a la República se hizo patente, asimismo, con su contribución económica a la Junta Central de Socorros creada con motivo de la “Rebelión de julio de 1936”, aportando la nada desdeñable cantidad de 250 pesetas. Pero, con anterioridad fue “uno de los cinco o seis jefes que en la angustiosa noche del 19 de julio acudieron al Ministerio de la Guerra para servir a la República”.

         Como señaló la publicación anarquista Mi Revista, conoció las penalidades y sinsabores del frente, pues ejerció la Inspección de las fuerzas de Artillería de “Madrid y sus cantones”, de donde pasó a ser nombrado Jefe del Centro de Organización e Instrucción de Artillería que era de nueva creación.



         Pero, muy pronto, pasó a formar parte del Tribunal Militar Permanente de Cataluña. En esta doble página de la citada revista, editada en Barcelona por la CNT, se hacía una loa de estos tribunales y, en concreto del de esa ciudad, afirmando que en él ocupaba un lugar destacado D. César Blasco Casera (sic), “militar leal, republicano no del 19 de julio ni tan siquiera del 14 de abril. Su fervor democrático tiene una raigambre muchos más antigua”.

         Como ilustración, incluía un autógrafo de los miembros del tribunal. El del coronel Blasco decía: “El triunfo de la República Española es tan cierto, como la evolución espiritual de la Humanidad hacia el Bien y la Justicia”.


         Gozaba de la total confianza del Gobierno de la República que le encomendó delicadas misiones como instruir y juzgar determinadas causas. Ya hemos comentado la referida a la rebelión de La Coruña, pero también fue enviado a Málaga en 1937 para depurar las responsabilidades tras la caída de la ciudad en manos de las tropas nacionales. De resultas de sus actuaciones fue condenado el coronel José Villalba Rubio, responsable de la defensa “por negligencia·, ingresando en prisión, aunque posteriormente fue rehabilitado.

         Durante ese año de 1937, era Juez Instructor Permanente de la Demarcación de Levante, con sede en Valencia, junto al Gobierno de la República que se había establecido en esa ciudad.



         El 22 de junio de 1938 le fue concedida la Medalla del Deber, “vistas las propuestas elevadas, como premio a su distinguida actuación en la actual Campaña”. Era una de las distinciones más importantes del Ejército republicano, realizada en bronce o en cobre, o en metal bronceado, de 35 mm de diámetro, pendía de una cinta de seda de color verde de 35 mm de ancho por 40 de largo, unida a un pasador de metal dorado.


         Al término de la contienda se exilió en Francia donde, posteriormente, fue detenido durante la ocupación alemana, siendo llevado al campo de concentración de Dachau, a 13 km de Munich, donde murió el 28 de agosto de 1944. Tenía al parecer 67 años, por lo que la fecha de su nacimiento hay que situarla en 1877.







 



 

 

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