La investigación que estamos llevando a cabo sobre el gran músico y compositor borjano D. Justo Blasco Compans, nos está deparando importantes sorpresas. Cuando publicamos en nuestro Diccionario Biográfico su reseña, hicimos constar que “El 11 de diciembre de 1875 contrajo matrimonio en el Pilar de Zaragoza con Juana Ángela Sasera y Peyrafita, una joven huérfana, sin padres ni abuelos, con la que tuvo dos hijas que permanecieron solteras y un varón aquejado de una grave enfermedad mental”. Ahora, es preciso revisar todos estos datos, dado que, en cierta medida, no se ajustan a la realidad. Comentaremos otro día las relaciones familiares de su esposa, pero hoy queremos centrarnos en el “descubrimiento” de un hijo del que no teníamos noticia y del que, con grandes dificultades, hemos podido reconstruir su trayectoria personal hasta su trágico final.
Todo
comenzó al constatar que, el álbum personal de D. Justo Blasco, se habían
conservado varios recortes de periódico referidos a un hijo llamado César
Blasco Sasera. En 1894, el joven César Blasco se presentó a las oposiciones
para ingreso en la prestigiosa Academia de Artillería, ubicada en el Alcázar de
Segovia. Eran 130 los que optaban a una de las diez plazas convocadas y, en este
recorte, queda constancia del éxito alcanzado al obtener el hijo una de esas
plazas.
Cinco
años después, incluye otro en el que un periódico de Calatayud da cuenta de su
promoción al empleo de primer teniente de Artillería, tras haber finalizado sus
estudios. Con esos datos, otros que aparecen más tarde y la consulta de los
periódicos de la época y del Diario
Oficial del Ministerio de la Guerra, hemos logrado conocer muchos datos de
su biografía. Así hemos sabido que su primer destino, tras salir de la
Acacemia, fue el batallón de Canarias.
En un recorte de Heraldo de Aragón, se informaba de su ascenso al empleo de Capitán. No figura la fecha, pero hay otra información posterior de El Adelantado de Segovia, en el que da cuenta de la visita efectuada a esa ciudad de algunos alumnos del Colegio de Huérfanos de Santa Bárbara, acompañados por D. César Blasco, profesor del citado colegio.
En
el empleo de Comandante lo hemos encontrado como Ayudante de Campo del General
D. Felipe Mathé y de Jado Cagigal, que además de alcanzar el empleo de General
de Brigada fue un destacado escritor. En alguna biografía publicada se afirma
que falleció hacia 1910, algo imposible, dado que César Blasco cesó como Ayudante
en julio de 1922, pasando a la situación de disponible, siendo destinado poco
después al 15º Regimiento de Artillería Ligera. En 1924, con el mismo empleo de
Comandante, volvemos a encontrarlo destinado en el Colegio de Huérfanos, donde en
octubre de ese año es declarado apto para el ascenso a Teniente Coronel.
Ignoramos,
por el momento, los destinos que desempeñó en ese nuevo empleo pero cuando, en
noviembre de 1929, le fue concedida la Placa de la Orden de San Hermenegildo se
encontraba excedente “con todo el sueldo” en Madrid y, poco después, el Diario
de Burgos, daba cuenta de su reingreso en la 5ª Región Militar.
Lo
que es evidente es que, para entonces, se había convertido en un decidido
defensor de posiciones claramente republicanas. De ahí, que tras el
advenimiento del nuevo régimen le fueran confiados, ya con el empleo de
Coronel, cargos de confianza.
Entre
ellos, el mando del Regimiento de Artillería Ligera nº 1, de guarnición en Getafe,
en 1933. Procedía entonces del Taller de Precisión de Campamento. En 1934 se le
dio el mando del Regimiento de Artillería nº 4.
Cuando
el 19 de abril de 1936 se produjo en La Coruña el levantamiento de la Guardia
Civil y fuerzas de su guarnición contra la República, fue enviado desde Madrid
como Juez Instructor (en informaciones publicadas se le señala como Teniente
Coronel cuando ya era Coronel) a César Blasco considerado como un hombre de
absoluta confianza del Presidente del Consejo de Ministros D. Manuel Azaña y
del Ministro de la Gobernación D. Santiago Casares Quiroga. A César Blasco se
le atribuía la frase de que “España se arreglará cuando mi caballo coma pienso
en el altar mayor de la catedral de Toledo”, lo que da idea de la radicalidad
de sus ideas.
Su
apoyo a la República se hizo patente, asimismo, con su contribución económica a
la Junta Central de Socorros creada con motivo de la “Rebelión de julio de 1936”,
aportando la nada desdeñable cantidad de 250 pesetas. Pero, con anterioridad
fue “uno de los cinco o seis jefes que en la angustiosa noche del 19 de julio
acudieron al Ministerio de la Guerra para servir a la República”.
Como
señaló la publicación anarquista Mi
Revista, conoció las penalidades y sinsabores del frente, pues ejerció la
Inspección de las fuerzas de Artillería de “Madrid y sus cantones”, de donde
pasó a ser nombrado Jefe del Centro de Organización e Instrucción de Artillería
que era de nueva creación.
Pero,
muy pronto, pasó a formar parte del Tribunal Militar Permanente de Cataluña. En
esta doble página de la citada revista, editada en Barcelona por la CNT, se
hacía una loa de estos tribunales y, en concreto del de esa ciudad, afirmando que
en él ocupaba un lugar destacado D. César Blasco Casera (sic), “militar leal,
republicano no del 19 de julio ni tan siquiera del 14 de abril. Su fervor
democrático tiene una raigambre muchos más antigua”.
Como
ilustración, incluía un autógrafo de los miembros del tribunal. El del coronel
Blasco decía: “El triunfo de la República Española es tan cierto, como la
evolución espiritual de la Humanidad hacia el Bien y la Justicia”.
Gozaba
de la total confianza del Gobierno de la República que le encomendó delicadas
misiones como instruir y juzgar determinadas causas. Ya hemos comentado la
referida a la rebelión de La Coruña, pero también fue enviado a Málaga en 1937
para depurar las responsabilidades tras la caída de la ciudad en manos de las
tropas nacionales. De resultas de sus actuaciones fue condenado el coronel José
Villalba Rubio, responsable de la defensa “por negligencia·, ingresando en
prisión, aunque posteriormente fue rehabilitado.
Durante
ese año de 1937, era Juez Instructor Permanente de la Demarcación de Levante,
con sede en Valencia, junto al Gobierno de la República que se había
establecido en esa ciudad.
El
22 de junio de 1938 le fue concedida la Medalla del Deber, “vistas las
propuestas elevadas, como premio a su distinguida actuación en la actual
Campaña”. Era una de las distinciones más importantes del Ejército republicano,
realizada en bronce o en cobre, o en metal bronceado, de 35 mm de diámetro,
pendía de una cinta de seda de color verde de 35 mm de ancho por 40 de largo,
unida a un pasador de metal dorado.
Al
término de la contienda se exilió en Francia donde, posteriormente, fue
detenido durante la ocupación alemana, siendo llevado al campo de concentración
de Dachau, a 13 km de Munich, donde murió el 28 de agosto de 1944. Tenía al
parecer 67 años, por lo que la fecha de su nacimiento hay que situarla en 1877.
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