miércoles, 26 de octubre de 2011

Fuentes de Borja: La fuente de San Francisco



            Tras la construcción del convento de Santa Clara, a comienzos del siglo XVII, fue configurándose al otro lado de la puerta principal de la ciudad, un nuevo espacio urbano, la actual plaza de San Francisco.
            En 1675, con el dinero obtenido por la predicación de nueve Cuaresmas que les habían sido concedidas, los franciscanos construyeron allí un surtidor, el llamado “brollador de San Francisco”, frente a la misma puerta. El agua procedía de la que ellos utilizaban para el riego de su huerta.
            En 1742, hacía muchos años que ya no funcionaba el citado surtidor y el corregidor decidió ponerlo, de nuevo, en funcionamiento. Más de la mitad de los gastos del arreglo corrieron a cargo del propio corregidor “en vista de los ahogos económicos que sufre la ciudad”.
            En torno al brollador había unos bancos, como parece deducirse del acuerdo tomado en 1753, en virtud del cual se procedió a reparar esos bancos y la fuente, sacando “las piedras necesarias del castillo”.
            Su función era, fundamentalmente, ornamental. Pero, en 1765, se adecuó para que “para que pudieran beneficiarse los vecinos y abrevar los caballos de los regimientos de guarnición en la ciudad” que tenían su cuartel en la calle de Belén.




            Sin embargo, la fuente actual se construyó en 1862. Las obras se iniciaron el 14 de marzo de ese año, siendo colocada la primera piedra con asistencia de la corporación municipal en pleno. Previamente, se había acordado que la nueva fuente llevara el nombre de “Fuente del Álamo”, en recuerdo “del árbol frondosísimo que se conservó por algunos años en el mismo sitio”.




            El resultado no fue excesivamente bueno, pues las reparaciones efectuadas a lo largo del siglo XIX fueron constantes.







Ya en el siglo XX, la fuente asistió al desarrollo de los festejos taurinos, que tras su instauración a mediados de esa centuria, tuvieron siempre como escenario la plaza de San Francisco. Con ese motivo, se vaciaba la fuente y en su interior se acomodaban los lidiadores que ponían especial empeño en que las vacas se saltaran dentro. También del ferial de ganados que tenía allí uno de sus principales escenarios.




            En estos momentos, la fuente es una de las pocas con agua y cuenta incluso con algunas carpas. Ha conservado los tubos que servían para llenar cántaros y botijos a los vecinos del entorno. Es una pena que se sigan arrojando restos diversos dentro de la fuente y que, como en otras de la ciudad, los contenedores de basura se hayan dispuesto en torno a ella.


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