El
castillo de Vozmediano es uno de los ejemplos de arquitectura militar más
importantes del Moncayo. Aunque ubicado en Soria, su relación con nuestra zona
ha sido siempre muy importante por su estratégica posición en la Raya occidental de Aragón.
D.
Federico Bordejé, un soriano que se sentía borjano, fue un gran estudioso del
mismo y, de su mano, lo conocimos por vez primera hace ya muchos años. Después
adquirió para nosotros especial significado pues por allí pasaron las tropas
que, desde Ágreda, “invadieron” Aragón con motivo de las alteraciones de 1591.
Bordejé,
en su obra Rutas Becquerianas, describió
con entusiasmo esta fortaleza como “un completo testimonio de la construcción
militar”. Un castillo imponente provisto de un doble y formidable recinto,
amparado por la torre del homenaje y una torre caballera, donde se abre su
única entrada, rematada por un matacán en la que se encuentra la campana que,
cuando D. Federico lo visitaba, era, “movida a distancia por original y bien
pensado medio”. Es llamativo, también, el recrecimiento de sus muros, con
varias series de almenas superpuestas.
La
torre del homenaje mantenía los arcos fajones de sus techumbres ya
desaparecidas y allí decía Bordejé que se enterraba a los niños. Ya no ocurría
así cuando lo visitamos y tampoco pudimos localizar “una lápida romana, imposible
de traducir”.
La
alusión al enterramiento de los niños, a la que antes hacíamos referencia cobra
sentido al señalar que el castillo ha sido utilizado, hasta ahora, como
cementerio. Un destino inapropiado para tan importante monumento y que ha
podido influir en lo acaecido ahora.
El
muro oriental ofrecía la singularidad de cerrar en ángulo y en el mismo se
apreciaban muy bien esas almenas superpuestas que comentábamos antes. Bajo el
mismo se había dispuesto un mirador (a la izquierda de la imagen), siendo aquí
donde a las siete de la mañana del pasado 28 de junio se produjo la catástrofe.
Porque,
a esa hora todo el lienzo se derrumbó y toneladas de piedras cayeron por la
ladera, alcanzando el mirador y algunas casas de la localidad.
El
camino que conduce al surgidero el río Quéiles ha quedado cortado. Fue una
suerte que el hecho acaeciera a horas tempranas, pues se trata de un lugar
concurrido, dado que el nacimiento del río es uno de los lugares turísticos más
interesantes de esa zona, pues no en vano este manantial es, por su caudal, el
segundo en importancia de Europa.
Hispania
Nostra había incluido este castillo en su Lista Roja, advirtiendo sobre la
necesidad de salvaguardarlo. Ahora, tras lo ocurrido, surgen voces con las
propuestas más variopintas. No faltan quienes proponen derribar todo. Proceden
de aquellos que son incapaces de comprender la importancia del Patrimonio
Cultural.
Se
requiere, por lo tanto, valorar el hecho en sus justas dimensiones. Los
castillos han sido objeto de múltiples restauraciones y obras en el transcurso
de su existencia. Derrumbamientos los ha habido en otros y se han solventado
adecuadamente. En este sentido conviene recordar el acaecido en el castillo de
Torija hace unos años, también a consecuencia de las lluvias. Poco después la
Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha acometió su restauración y hoy puede
volver a contemplarse perfectamente rehabilitado.
Lo
mismo hay que hacer en este caso. El interés del castillo lo merece y la obra
no es imposible. Desde aquí queremos instar a las autoridades competentes a
que, sin caer en el desaliento, procedan lo antes posible a rehacer lo caído y
consolidar lo existente para que esta fortaleza vuelva a ser uno de los principales
recursos turísticos del Moncayo.
Queremos
agradecer a D. José María Belsué el que se desplazara expresamente a Vozmediano
para realizar las fotografías que ilustran este artículo y mostrarnos la
belleza de ese lugar que aconsejamos visitar a todos nuestros seguidores.
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