lunes, 30 de julio de 2018

Recreación de una justa medieval


         Uno de los actos de la recreación que más interés habían despertado era el de la celebración de unas justas medievales, para las que se había preparado el palenque en el recinto ferial.






         Hasta allí llegó la comitiva, instalándose en los lugares preferentes los monarcas y su familia. Junto a ellos, mosén Juan de Coloma, muy satisfecho por el desarrollo de la visita de los soberanos a su ciudad natal. Su esposa, radiante y muy enamorada.





         Los miembros del séquito y muchas personas se agolpaban en torno al recinto para presenciar las pruebas programadas.




         Hubo primero una exhibición de cetrería con rapaces de gran belleza que, un tanto remisas a veces, mostraron las habilidades de las que son capaces.



         Un momento de gran tensión se suscitó cuando una de las aves atacó a una espectadora. Las caras de horror de la reina Isabel y de la esposa de mosén Coloma expresan claramente la tensión que se vivió, ante el temor que la ilustre dama atacada terminara siendo devorada.




         El incidente se resolvió favorablemente y muchos valientes niños se prestaron a improvisar un túnel por el que circularon las aves con gran docilidad.
            




         Tras unos combates a pie, fueron presentados los caballeros que iban a tomar parte en las justas a caballo que fueron recibidos con grandes aplausos, decantados muy pronto a favor del que representaba a Aragón.






         Su dominio de la monta y la calidad de sus cabalgaduras quedó patente en los ejercicios que realizaron antes de enfrentarse entre ellos.





         Fueron varias las pruebas recreadas. La primera, la del estafermo, en el que los caballeros golpean con sus lanzas el escudo de un maniquí que gira tras recibir el impacto, siendo preciso esquivar el golpe de la bola que cuelga del otro brazo.




         Otro juego que pudo presenciarse fue el de la “cabeza de turco”, aunque en esta ocasión la cabeza que le da nombre fue reemplazada por calabacines y una gran sandía que los contendientes cortaron hábilmente con sus espadas.





         Había sido preparada, asimismo, una diana para la prueba de bohordos, en la que los caballeros han de intentar clavar sus venablos pasando al galope frente a ella. Uno de ellos lo hizo deteniéndose, por lo que fue inmediatamente descalificado.



         Atardecía ya cuando se cruzaron lanzas en el palenque, tras haber entregado sus gallardetes a las damas por ellos elegidas. Resultado incierto hasta el final que incluso dio lugar a una escaramuza entre los dos bandos.



         Al final, reconciliados, posaron junto a los reyes, dando por concluido el espectáculo que habían protagonizado esos excelentes profesionales que son “Los lobos negros”.

         Fue una lástima que, por diversas circunstancias, a pesar de que todo estaba preparado, no se pudiera disputar la prueba de la sortija, prevista para los caballos locales, aunque no ha quedado en el olvido y, en próximas ediciones podrá presenciarse, al igual que las carreras de cintas para niños y otros juegos y diversiones tradicionales.


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