La
salida de la comparsa de gigantes y especialmente la presencia de los cabezudos
constituyen uno de los actos que despiertan mayor interés en cualquier
celebración festiva. Ayer pudimos comprobarlo con motivo de las fiestas del
Carmen.
El
paso de los cabezudos frente al Museo de la Colegiata alteró completamente el
ritmo de los niños que participaban en el taller que se estaba celebrando allí,
siendo preciso que los monitores se emplearan a fondo para evitar que se
lanzaran contra ellos, destacando los más pequeños por su “valentía”.
La
verdad es que los cabezudos les provocaron e incluso “hicieron por ellos”
armados con sus “porras”, pero contra lo que pudiera parecer a algunos, eso era
lo que más les enardecía.
Pero
la supuesta violencia que algunos ven en este espectáculo, ha ido siempre
acompañada de esa atracción de los pequeños hacia sus cabezudos y, entre las
antiguas fotografías de nuestro archivo, hemos encontrado esta entrañable
imagen de unos niños escrudiñando el interior de la Morica que, posiblemente,
representa el momento en el que descubren la verdad de lo que allí se ocultaba.
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