Este
es el llamado pilar de San Gregorio o Santa Quiteria, el único existente en el
término municipal de Alberite de San Juan. Ubicado en el camino que conduce a
Bureta está constituido por dos cuerpos paralepipédicos, de planta cuadrada,
separados por una línea de imposta y con el remate piramidal coronado por una
cruz de hierro. Construido en ladrillo, originalmente estuvo revocado con yeso
en todas sus caras aunque se fue perdiendo en el transcurso del tiempo. En el
segundo cuerpo se abre la hornacina, en arco de medio punto. Es probable que,
en el siglo XVII, estuviera dedicado a Santa Quiteria, protectora frente a la
rabia y que, coincidiendo un siglo después con el pasado de las reliquias de
San Gregorio por nuestra comarca, camino de Levante, en momentos de una gran
plaga de langostas, se le cambiara la titularidad. Allí, el 9 de mayo, fiesta
de San Gregorio, se bendicen las culecas y cuando Pedro Domínguez Barrios
publicó la obra dedicada a los pilares votivos en nuestra comarca, su estado no
era demasiado bueno.
El
pasado sábado Dª. Paula Andía nos mandó esta imagen cuestionando la
intervención que allí se había realizado, de la que no teníamos noticia y que,
al ver la imagen, llegamos a pensar que era un montaje con el antes y el
después de su restauración. Por ello, requerimos la colaboración de Pedro
Domínguez quien, inmediatamente se trasladó a ese lugar.
Ahora, Pedro nos ha enviado nuevas fotografías en las que puede constatarse que se ha
construido una réplica del antiguo pilar, dejando el original sin restaurar.
Nos dice que la intervención ha sido promovida por el Ayuntamiento de la
localidad, bajo la dirección del arquitecto municipal. El nuevo pilar se ha
levantado, sobre
un basamento de hormigón, con ladrillo macizo actual y mortero de cal. El
remate piramidal de mortero es igual que el antiguo, aunque vemos que, ni uno
ni otro, tienen la cruz de hierro.
Esta
llamativa solución no es la primera vez que se emplea en otros lugares. Esta
imagen que le ha enviado Rafael Margalé corresponde al peirón de San Pascual
Bailón, en Torrehermosa, en donde se levantó uno nuevo junto al antiguo, aunque
el original estaba mucho más deteriorado que el de Alberite. Además el parecido
entre uno y otro es muy relativo. Sin embargo, Pedro conoce otros casos en los
que se realizó una copia idéntica. En el caso que nos ocupa a él personalmente
no le disgusta la actuación, pues estamos viendo con demasiada frecuencia que
las supuestas restauraciones terminan convirtiéndose en auténticas chapuzas.
Aquí, al menos, se ha respetado aunque esperando que termine desplomándose.
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