Despedida de Nuria

 

         Para la tarde del viernes, estaba anunciada en la Casa de Aguilar la presentación de las últimas publicaciones editadas por el Centro y, antes de que diera comienzo el acto, el salón registraba una gran afluencia de público que había acudido, de manera especial, a acompañar a Nuria Gherca Dobos en su despedida.

 

         En lugar preferente se encontraba su madre Dª. Cristina Gherca, acompañada por el Sr. Conde de Torreflorida y antiguo Alcalde D. Luis María Garriga, pero también hubo otras personas vinculadas al mundo de la Cultura, como el mecenas D. Germán Bandrés, la periodista Dª. María Ángeles Martínez o el empresario D. Manuel Giménez Aperte, que está ultimando un proyecto de gran importancia para el Patrimonio borjano.

         El Presidente del Centro, tras agradecer la presencia de tantas personas, comentó el contenido de las publicaciones que se presentaban, con la ayuda de unas imágenes de las mismas y, en el caso de nuestra revista, con la intervención de D. Guillermo Carranza, autor de uno de los artículos incluidos en este número, relativo a la cofradía de la Sangre de Cristo de Mallén, cuya realización ha sido posible, tras el hallazgo del libro de la cofradía.

 

         Pero lo más emotivo fue la proyección de una serie de imágenes que glosaban el paso de Nuria por nuestro Centro y su marcha a Mastrique, a cuya historia hizo referencia el Presidente del Centro que no dudó en que, la que calificó como la mejor colaboradora que hemos tenido, iba a poner “una pica en Flandes”.

         Seguidamente, entre los aplausos de todos, le hizo entrega de un obsequio y Dª. Pilar Gracia hizo lo propio con un ramo de rosas, cultivadas por ella.

 

         Como habíamos anunciado, todos los asistentes pudieron recoger gratuitamente las dos publicaciones presentadas y otras anteriores, antes de pasar a la sala donde había sido preparado un aperitivo.

 

         Allí se produjo otro emotivo momento, cuando todos los asistentes entonaron el “Cumpleaños feliz”, en homenaje a ese gran empleado municipal, D. Víctor Morer Solsona, que los cumplía (pocos por cierto).