viernes, 22 de agosto de 2025

Un hallazgo muy importante

 

         Quienes visiten el Museo de la Colegiata, podrán contemplar en la sala I esta pieza que, seguramente, les llamará la atención. Se trata del único resto conservado de las celosías que cubrían los vanos del claustro de la colegiata de Borja y, por otra parte, es uno de los escasos testimonios conservados en Aragón de lo que, en un momento determinado, fue solución habitual en los cerramientos de este tipo de edificaciones.

 


         Su recuperación fue un auténtico “milagro”, dado que nada hacía suponer que se hubiera conservado un resto tan importante, tras el cierre de todos los vanos en el siglo XVI. Este era el aspecto que presentaba el claustro al inicio de las obras de restauración, aunque cuando se realizaron las fotos, ya se había cortado la maleza existente en el patio central.

 


         Al comenzar a abrir dichos vanos, los miembros de la brigada municipal que realizaban los trabajos se percataron de la existencia de algo “extraño” que estaba embutido en el cerramiento.

En principio, no se sabía de qué se trataba y fue D. Manuel Giménez Aperte quien se percató de que formaba parte de la obra original. Tanto el concejal D. Leandro José Galindo como la arquitecta Dª María Martínez Fábregas se dieron cuenta, inmediatamente, de la importancia que podía tener este hallazgo y ordenaron proceder con extremo cuidado. 


         Lo cierto es que, desde el exterior, lo que en un principio parecían restos del enfoscado de yeso del antiguo almacén allí existente, no sugerían la posibilidad de que allí se ocultara un resto de la celosía.

 



         Por ese motivo, mientras el resto de los vanos fueron completamente abiertos, se mantuvo en el primero la zona afectada hasta que, poco a poco, fue surgiendo lo que quedaba de la celosía. No cabe duda de que es un milagro que no fuera destruida en su momento, así como que no sucumbiera en el derribo, junto con el resto del muro, dado que no se tenía conocimiento de su existencia. 



         Tras ser salvados los restos, fueron restaurados y consolidados por especialistas, para ser llevados posteriormente al Museo de la Colegiata, donde pueden verse ahora, con imágenes de la evolución de las obras del claustro que, tras varias campañas, aún no han finalizado, dado que falta por abrir una de las pandas.


         Gracias a esa serie de casualidades, a partir de los restos encontrados, se han podido formular varias hipótesis sobre el aspecto que pudo presentar el claustro. Una de ellas contempla la posibilidad de que la celosía cerrase todo el espacio, tal como se muestra en este dibujo de la arquitecta María Martínez.

Otra propuesta sugiere que el cerramiento llegaba únicamente hasta la mitad, atendiendo a la falta de simetría que presentaría la parte superior, en el caso anterior. En nuestra opinión es lo más probable.

Dentro del proyecto de restauración del claustro es posible de, que, en uno de los vanos, se plantee una anastilosis de la celosía, lo que permitiría ofrecer una visión “real” del claustro en los momentos en que fue construido.

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