A las seis de la mañana del día de San Bartolomé, un nutrido grupo de cofrades se reunió a las puertas de la Casa Consistorial para iniciar el canto de la Aurora, con el que dan comienzo los actos programados para este gran día.
Precedidos por
dos cofrades que portan un farol y una campanilla, que suena sin parar, la
comitiva recorre las calles de la ciudad, deteniéndose en los puntos en los
que, habitualmente, se cantan las auroras.
Son éstos las
principales plazas de la ciudad, pero también otros lugares que son recorridos
mientras la luz va haciendo acto de presencia y aumenta el número de
participantes.
Tras cantar la
Aurora en casa de los mayordomos, fueron hasta el pilar de San Bartolomé, que
se encuentra en la Cubilla, una costumbre instaurada hace unos años, antes de
regresar a la iglesia, donde se entonó el canto por última vez.
De allí partió,
inmediatamente después, el Rosario de la Aurora, presidido por el párroco D.
José María Sánchez Becerril.
Después, fueron
bendecidos los roscones que se ofrecieron a los cofrades y se sirvieron en el
desayuno que la cofradía facilitó a todos los asistentes, en la Casa de Aguilar,
como ya comentamos en su momento.
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