Hace unos años, Purujosa era un municipio que parecía llamado a desaparecer. Enclavado en un bello emplazamiento, dentro del área del Parque Natural del Moncayo, su caserío se encontraba arruinado y la desolación parecía adueñarse de las calles antaño pobladas.
En la actualidad, tiene empadronadas a unas 44 personas, aunque son muchas menos las que residen allí habitualmente. A pesar de ello y de los escasos recursos disponibles, el cambio experimentado ha sido espectacular. Los edificios de su casco urbano vuelven a cobrar vida y lo hacen manteniendo las características de la arquitectura popular de la zona. En unos momentos en los que se “rehabilita” con tanta zafiedad, lo que está ocurriendo en Purujosa parece un milagro, y da gusto recorrer sus calles contemplando lo que se ha hecho en muchas de sus casas. Se ha sabido mantener las antiguas paredes de mampuesto en piedra vista, mientras que los interiores se decoran con gusto.
Evidentemente, no todo es perfecto y aún queda mucho por hacer. Sin embargo, el que una de las personas implicadas en las obras que se han ido realizando nos reconociera que algunas cosas se podían haber hecho mejor, demuestra la sensibilidad que inspira los trabajos y abre el camino hacia unos horizontes que desearíamos no ensombrecieran esta meritoria línea de actuación.
Es preciso, por lo tanto, manifestar nuestro reconocimiento a todos los responsables de este sorprendente proceso, con la esperanza de que las actuaciones de Purujosa sirvan de modelo para otros municipios de nuestra zona.
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