Frente
al pórtico de la antigua colegiata de Santa María se levanta un edificio en el
que todavía se conserva un reloj de sol, aunque su esfera está rota por la
presencia de una pequeña ventana. Se trata de una obra de gran interés, no sólo
por ser el único reloj de sol que se ha conservado en nuestra ciudad, sino por
las características que tuvo en el pasado.
Cuando
ayer publicamos esta fotografía de un grupo de personas ataviadas con el traje
regional y los gigantes, correspondiente a una escena de la primera versión de Nobleza Baturra, rodada en 1925, algunos
lectores pudieron percatarse de que en el edificio al que antes hicimos
referencia había dos relojes de sol.
Efectivamente,
ahí radica su singularidad, pues junto al señalado con la flecha roja, apenas
perceptible, pero todavía completo pues no se había abierto la ventana, se
encontraba el señalado con la flecha verde, en la otra fachada.
Ello
obedece a un razón, pues en el conservado en el que figura la fecha de su construcción
“Año 1761”, únicamente se marcaban las horas hasta las tres de la tarde. En
definitiva, como asimismo se indica las correspondientes a “Sol ortv”.
En
el desaparecido, cuya huella aún se advierte, se indicaban las horas de la
tarde, las del ocaso. Hay que señalar que este edificio formaba parte del
complejo denominado “La abadía”, un conjunto arquitectónico vinculado a Santa
María cuyo núcleo está formado por uno de los más importantes edificios
románicos de uso civil en Aragón.
Aunque
no son excesivamente frecuentes, se conservan de relojes de sol dobles. Así en
una rápida búsqueda en Internet hemos encontrado varios ejemplos como el
existente en Jávea.
José
Luis Gutiérrez que ha inventariado los relojes de Cantabria, nos ofrece en su
página estos dos del municipio de Bareyo, ambos realizados en piedra.
En
Aragón, Faustino Calderón fotografió el que se encuentra en la casa parroquial
del despoblado de Mas del Labrador (Teruel).
Y
en Francia hemos encontrado este bonito ejemplo de la localidad de Saint Alban
d’Hurtières, en el departamento de Saboya. Sin duda habrá más, lo cual no resta
protagonismo al que existió en Borja, el cual constituye un ejemplo del escaso interés
que en nuestra tierra se presta al Patrimonio Cultural.
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