Como informábamos hace pocos días,
hemos catalogado todos los trabajos que, procedentes de los cursos convocados
por nuestro Centro, habían realizado los asistentes de los mismos para obtener
el Diploma que otorgábamos.
Hemos podido comprobar el interés de muchos de ellos, por lo que decidimos dar a conocer una selección de los mismos y, ahora, aprovechando nuestra ausencia de Borja, hemos comenzado con algunos de los que fueron presentados en uno de los cursos sobre el Antiguo Testamento en el Arte, entre los que se encuentra el que realizó Luisa Fernanda Brau Gordo, sobre los vitrales realizados por Marc Chagall sobre las Doce Tribus de Israel.
Marc Chagall
(1887-1985) había nacido en Vitebsk (Bielorrusia), en el seno de una familia
judía. Estudió en San Petersburgo y, posteriormente, trabajó en Paris, desde
donde regresó a su ciudad natal para contraer matrimonio. Comprometido con la
revolución rusa, fue nombrado Comisario de Arte en toda la región donde había
nacido, pero retornó a París en 1923. Durante la II Guerra Mundial tuvo que
abandonar Francia para evitar su detención por su condición de judío. Lo hizo a
través de España para trasladarse a Estados Unidos donde fue reconocido como uno
de los artistas más importantes de la época contemporánea, alcanzando sus obras
una elevadísima cotización.
En 1950, recibió el encargo de realizar
unas vidrieras para la sinagoga del Centro Médico Hadassah de Jerusalén. El
tema elegido fueron las Doce Tribus de Israel, una para cada vano que, tradicionalmente,
deben tener las sinagogas.
Hadassah es una organización femenina
estadounidense de mujeres judías, fundada en 1912 por Henrietta Szold. Cuenta
con 330.000 miembros en los Estados Unidos, siendo una de las mayores
organizaciones judías internacionales. Está dedicada a recaudar fondos para
programas comunitarios y para iniciativas relacionadas con la salud en Israel.
Actúa, también, en favor de los derechos de las mujeres, la autonomía religiosa
y las relaciones diplomáticas entre los Estados Unidos y el Estado hebreo.
Chagall, junto con su ayudante Charles
Marq, trabajó en el encargo durante varios años, desarrollando una técnica
especial para aplicar el color al vidrio, lo que le permitió el uso de tres
colores en un solo panel.
El color predominante para cada vitral
fue el correspondiente al color de la gema que, con el nombre de cada tribu,
llevaba el Sumo Sacerdote en el pectoral (Jóshen), fijado delante del efod.
En 1961, los vitrales fueron expuestos
en el Museo del Louvre y, seguidamente, en el Museo de Arte Moderno de Nueva
York, causando un enorme impacto. El Presidente Kennedy las calificó de extraordinarias
y, en una carta dirigida a Miriam Freund, Presidenta de Hadassah, afirmaba que,
“en esas vidrieras se combina la inspiración de una historia antigua y noble
con la del genio artístico moderno” Decía que, por su belleza, servirían de aliento
al trabajo científico y humanitario que iba a realizarse en el Centro Médico de
la Universidad Hebrea-Hadassah.
A la sinagoga del mismos llegaron, tras
su exhibición, en 1962 donde se convirtieron en un poderoso atractivo que
fascina a los visitantes, por el colorido y el profundo simbolismo de esta obra
que, en palabras del artista, fue el “modesto regalo para el pueblo judío que
siempre ha soñado con el amor bíblico, la amistad y la paz entre todos los
pueblos”.
Durante la guerra del Yom Kippur, en 1973, algunas de las
vidrieras resultaron dañadas por un bombardeo jordano. Cuando le informaron a
Chagall de lo ocurrido, con gran pesar, su respuesta fue: “Ocúpense del hospital.
Yo me ocuparé por las ventanas”, como así fue.
En el trabajo de Luisa Fernanda Brau, que nos ha servido de base
para este artículo, analizaba cada una de las vidrieras con referencia a los
textos bíblicos que las inspiraron.
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