Como ya comentamos, nuestra visita a Canfranc nos permitió disfrutar de una singular experiencia gastronómica en el restaurante instalado en los vagones situados en la parte posterior del hotel de la estación.
El “Canfranc Express” es una iniciativa
surgida de la mano de Ana Acín y Eduardo Salanova, dos de las figuras más
representativas de la alta cocina aragonesa, vinculados a la Venta del Sotón de
Huesca y al “Espacio N” que, en 2021, recibió una estrella Michelín, por su
trabajo para difundir la cocina aragonesa de vanguardia.
Eduardo, que además es de Canfranc, junto con Ana han puesto en marcha este nuevo proyecto que tiene características muy especiales, dado que sólo está destinado a un reducido número de personas, ocho o doce como máximo al día, que con una atención individualizada pueden disfrutar de esa experiencia inolvidable en el marco de unos vagones restaurados con el estilo de los años 20.
El viaje se inicia en el interior del
edificio del que parte el paso subterráneo que, en el pasado, unía la zona
francesa con la española en la estación internacional. Con una bebida de naranja y jengibre
iniciamos el descenso, acompañados en todo momento por una serie de personas
que nos prodigaron esa atención personalizada a la que antes hicimos
referencia.
En el interior del paso, comienza la
experiencia con unas tartaletas de migas, copa de caldo y, más tarde, la
degustación de una bebida no alcohólica, antes de iniciar el ascenso al andén
donde se encuentran los vagones restaurante.
Tras la señal de partida, entramos en el interior de uno de los vagones, donde nos ofrecieron una maleta, en cuyo interior encontramos cuatro de los platos de ese amplio menú de degustación que nos iban a ofrecer.
Y, junto con la maleta, nos hicieron
entrega de un “pasaporte” personalizado en el que figuraban los nombres de las
nueve personas que nos atendieron y la descripción de los distintos platos integrantes
del menú que, sin embargo, fueron posteriormente detallados a la hora de
servirlos.
El primer vagón que atravesamos será, cuando
se inaugure, el restaurante 1928 donde se servirán cenas pero, por el momento,
el que ha entrado en servicio es el siguiente vagón.
Tiene una capacidad mucho más reducida,
como ya hemos comentado, y en el se encuentra la cocina, a la vista del público,
donde nos esperaba el siguiente plato.
Sin pretender describir cada uno de los
distintos platos que integran el menú, ofrecemos imágenes de algunos de ellos
para que nuestros lectores puedan hacerse idea de los mismos, así como del
esmerado servicio y presentación que, asimismo, puede combinarse con un
maridaje de vinos seleccionados.
Algunos de esos platos son preparados y
emplatados por Eduardo, junto a la mesa, ofreciendo detalles de sus distintos
ingredientes.
Para finalizar, cuando ya se habían incorporado
al vagón otros dos comensales, había una variada oferta de postres, todos ellos
dulces, aunque a petición nuestra, también nos prepararon una excelente ensalada
de frutas.
Finalizó así el recorrido gastronómico
que aspira a recibir una estrella Michelín (bien merecida) que recomendamos a
todos los que sepan valorar este tipo de degustaciones que, por su exclusividad,
no están al alcance de cualquier economía.
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