Estos
días, el palacio de San Gil está de actualidad por diversos motivos, uno de
ellos muy importante, al que no queremos hacer referencia para no perturbar la
proverbial discreción de su propietario.
Pero, comoquiera que no estaremos en el acto convocado para hoy, queremos recordarles con la historia de un pariente cercano de un prócer de la independencia argentina, el cual falleció en Borja, siendo acogidos sus restos por la familia San Gil.
El prócer,
que aparece en la imagen era D. Ignacio José Javier Warnes y García de Zúñiga,
un militar español, nacido el 27 de noviembre de 1770 en Buenos Aires. A edad
muy temprana, ingresó en el Cuerpo de Blandengues de Montevideo, que era una
unidad con misiones de vigilancia y control de fronteras. Más tarde, fue
nombrado alférez del Cuerpo de Blandengues de Buenos Aires, donde se distinguió
en la defensa de la ciudad durante las invasiones inglesas de las que nos
ocupamos en un reciente artículo de Cuadernos
de Estudios Borjanos.
Sin
embargo, al iniciarse el movimiento emancipador, Ignacio Warnes se adhirió a la
causa independentista, convirtiéndose en uno de los hombres más cercanos al
general Manuel Belgrano, participando activamente en los enfrentamientos con
los ejércitos realistas.
Su
nombre está unido al de la denominada “Republiqueta de Santa Cruz”, efímera
denominación de un territorio, ahora perteneciente a Bolivia, en torno a la
localidad de Santa Cruz de la Sierra, bien conocida por algunos de nuestros
lectores, que en aquellos momentos estaba controlado por los independentistas,
al frente de los cuales se encontraba el ya coronel Ignacio Warnes. Hacia ese
lugar se dirigió el Brigadier General Francisco Xavier de Aguilera, un criollo
que había nacido en esa ciudad pero que mandaba las fuerzas leales a España, el
cual se enfrentó a Warnes en la batalla de El Pari, que tuvo lugar el 21 de
noviembre de 1816, y en la que tras un primer resultado incierto, logró dar
muerte a su oponente, entrando en Santa Cruz de la Sierra, llevando la cabeza
de Warnes clavada en una pica, siendo expuesta en una de las plazas de la
ciudad, donde ahora está instalado el monumento de la imagen anterior que fue
construido en Bélgica, desde donde fue llevado a Santa Cruz tras diversos
avatares, siendo inaugurado en 1922.
No es el único reconocimiento que le ha sido dispensado en la República de Bolivia ya que da nombre a una de las provincias del Departamento de Santa Cruz, por la que pasa la carretera que enlaza Santa Cruz de la Sierra con Cochabamba (donde varios sacerdotes de nuestra diócesis han ejercido su ministerio pastoral). También lleva el nombre de Warnes la capital de dicha provincia, en una de cuyas plazas fue levantado, en 1993, este monumento ecuestre en el que el héroe “de origen argentino y coraje boliviano”, como se indica en una reseña, señala con su espada el lugar en el que encontró la muerte. Esta obra, realizada por iniciativa del Alcalde Alfredo Vaca Díez, vino a reemplazar a otro busto dedicado a su memoria que ahora se conserva en el cuartel de Santa Rosita del Paquio.
En
Argentina, una de las avenidas de la capital lleva su nombre y asimismo se
llama “Warnes” una pequeña localidad perteneciente al Partido de Bragado, al
norte de la provincia de Buenos Aires.
Los
Warnes descendían de un mercader de Amberes, Diego Warnes van Reys, casado con
Margarita de Geer, natural de Lieja. Poco después de la boda, el matrimonio se
estableció en Cádiz, donde tuvieron nueve hijos. Entre ellos, Adrian Pedro
Warnes de Geer (1686) y Patricio Benito Warnes de Geer (1701).
Ambos emigraron a
América, aunque siguieron rumbos diferentes ya que, mientras que Adrián Pedro
se casó, en segundas nupcias, con la porteña Sabina Sorarte, Patricio Benito lo
hizo en Cartagena de Indias con Juana María Durango Atienza.
De este
último matrimonio nació, en Cartagena de Indias, Manuel Antonio Warnes Durango
que, posteriormente se estableció en Buenos Aires donde se casó con Ana Jacoba
García de Zúñiga, siendo padres del prócer de la Independencia americana.
Por su
parte, el Warnes establecido originariamente en Buenos Aires, Adrián Pedro,
tuvo un hijo llamado Ignacio José Warnes Sorarte, nacido en esa ciudad en 1742,
al que el destino condujo hasta Borja.
Ignacio
José abrazó también la carrera militar, sirviendo desde el empleo de cadete al
de Capitán de Granaderos, graduado de Teniente Coronel, en diferentes lugares.
Estuvo en la defensa de Melilla, donde fue herido gravemente; en la expedición
a la América meridional del año 1776; en la toma de la isla Catalina, en la
rendición de varios castillos; en el embarco a Montevideo, en el sitio y toma
de dicha plaza; en el bloqueo a Gibraltar; en la expedición a la América
septentrional de 1782; en el Ejército de Guipúzcoa y Navarra, donde fue hecho
prisionero. Puesto en libertad, pasó al Regimiento de Infantería de Zamora, con
el que estuvo destinado en Ciudad Rodrigo y Galicia, donde contrajo matrimonio,
en Pontevedra, el año 1792 con Dª María Rosario López Gil, huérfana de D.
Manuel López Gil, Contador mayor que fue de la
Real Renta de Salinas.
En un
momento determinado, intentó conseguir el empleo de Comandante de un Regimiento
y, en su defecto, el grado de Coronel de Infantería, sin conseguirlo, por lo
que solicitó el pase a la situación de retirado en 1803.
Hasta
aquí la hoja de servicios de un militar español, nacido en Buenos Aires y
emparentado con otro militar español que, como hemos señalado, pasó a servir la
causa de la emancipación. No fue este el caso de D. Ignacio José Warnes
Sorarte, primo hermano del padre de D. Ignacio José Javier Warnes y García de
Zúñiga que continuó en España, para terminar residiendo en Borja, donde hemos
encontrado su partida de defunción, expedida por el vicario de San Miguel y beneficiado de la colegial D. Buenaventura
Tejadas, el cual certificó que el 16 de julio de 1809, murió, como consecuencia
de un súbito accidente, D. Ignacio “Ubarnes” (sic), Teniente Coronel retirado
del Regimiento de Zamora y natural de “la Sma. Trinidad de Buenos Aires”,
marido de Dª María del Rosario López Gil, natural de Pontevedra”, al cual sólo
se le administró el Sacramento de la Extremaunción, porque no dio tiempo para
más, siendo enterrado al día siguiente en la colegiata de Santa María.
Cabe
preguntarse acerca de las razones por las que se encontraba en nuestra ciudad,
ocupada entonces por los franceses y por los motivos que indujeron a enterrarlo
en Santa María, a pesar de lo cual el registro de defunción es extendido por el
vicario de San Miguel. No cabe otra explicación sino la de que, desde que, en
1803, estableciera su residencia en la Capitanía General de Aragón, gozaba de
la protección de D. José San Gil Ximénez de Embún, con el que había coincidido
en el Regimiento de Zamora. Los San Gil tenían su casa dentro de la
circunscripción de San Miguel y el panteón familiar estaba en la iglesia de San
Francisco. También eran propietarios de la capilla de San Esteban de la
colegiata de Santa María, donde pudo ser sepultado Ignacio José Warnes, tras su
inesperada muerte, a la edad de 67 años, ante las dificultades impuestas por la
guerra para el acceso a los templos situados fuera de las puertas de la ciudad.
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