Junto a la estación de Canfranc, donde nos alojamos, se encuentra el antiguo poblado de los Arañones, hoy conocido como Canfranc-Estación, cuyos edificios se disponen a lo largo de la carretera y paralelos al río Aragón que discurre encajonado en una trinchera.
Junto a sus cuidadas orillas, al igual
que todo el conjunto urbano, pudimos ver practicar juegos tradicionales, como
muestran las imágenes.
La rehabilitación de la antigua
estación internacional ha constituido un hito de extraordinaria importancia, al
haber salvado tan emblemático monumento que, transformado en hotel, se ha convertido
en un recurso turístico de primera magnitud para esa zona de la provincia de
Huesca.
Pero hay otras cosas que también llaman
la atención, como la rehabilitación de las fachadas de su principal calle. Fue
el Ayuntamiento quien, hace muy pocos años, decidió acometer este proyecto
(tanto en Canfranc como en Canfranc Estación).
Para ello, habilitaron una línea de subvención para los propietarios de esos históricos edificios construidos el siglo pasado para los trabajadores de la estación. En total se destinaron unos 50.000 euros, para llevar a cabo un proyecto que fue coordinado por el arquitecto Pedro Rubio, el cual permitió pintar cada edificio con un color diferente. El resultado es muy llamativo y ha dotado al centro urbano de un aspecto completamente diferente.
Enfrente mismo del acceso a la estación
se encuentra otro monumento de singular interés, la iglesia de Nuestra Señora
del Pilar, construida en 1969, de acuerdo con el proyecto del arquitecto Miguel
Fisac Serna y declarada Bien de Interés Cultural en 2007.
Aunque no pudimos visitar el interior,
con el Cristo que, procedente de la antigua iglesia de Tiermas, preside el
altar mayor, nos causó una excelente impresión ese conjunto que forman el propio
templo y los servicios parroquiales anejos, dado que constituyen un excelente
ejemplo de arquitectura contemporánea que, con gran acierto, quiso proteger el
Gobierno de Aragón.
En un bonito parque encontramos este
monumento que lleva por lema “Ama-Gi”, realizado en 2014 por el escultor Pedro
Rubio, como homenaje a la dignidad humana, representada por esos miles de
personas que, a través de Canfranc, cruzaron los Pirineos en busca de la
libertad.
Realizado en acero corten tiene una
gran carga simbólica, dado que quiere representar a esas montañas y a las vías
del ferrocarril que las cruzaban. En una de sus caras está escrita, en caracteres
cuneiformes, como hace 4.000 años, la palabra “Ama-Gi” que se traduce por “Libertad”.
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