Adosado a la iglesia parroquial se alza un magnífico torreón que, recientemente, fue restaurado por la Consejería de Cultura de la Junta de Castilla-León. De origen islámico, fue construido en el siglo IX, formando parte de una línea defensiva, integrada por otros torreones que aún se conservan, como los de Montenegro, Matalebreras, Masegoso, Castellanos, Aldealpozo, La Pica, Cigudosa y las torres de los castillos de Magaña y de la Muela de Agreda.
De planta cuadrangular que se van
estrechando en altura, tiene una altura de 16 metros. Rematado por almenas, la
puerta de acceso está situada en altura, como era habitual en este tipo de
construcciones. Dividido en cinco cuerpos, el espesor de sus muros, como ocurre
con la planta, pasa de los 2 metros de la parte inferior a los 60 centímetros
en la superior.
Junto a las escaleras de acceso al
templo, está el edificio del Real Pósito, en cuya portada, bajo una cruz, hay
una lápida en la que aparece grabada la inscripción: “Real Pósito añadido a
expensas de sus caudales reynando Carlos IV. Año 1792”.
Los pósitos eran instituciones bajo el
control municipal en las que se almacenaba el grano para su préstamo a los
agricultores. Los había en muchas localidades, en las que aún se conservan los
edificios construidos con ese fin. En Borja está situado en la plaza de España.
En Trévago, la fecha de 1792, que
aparece en la lápida, puede sugerirnos que hubo otro edificio anterior, aunque
muchos de ellos surgieron en el siglo XVIII. En cualquier caso, viene a
demostrar que el reinado de Carlos IV no fue tan estéril como suele ser
considerado.
Enfrente a ese acceso a la iglesia, ha
sido pintado recientemente un gran mural, siguiendo la costumbre imperante en
muchos municipios de decorar las medianerías con estas muestras de arte urbano.
En este caso es obra de la muralista Marta Lapeña, natural de
Ólvega, con la que querido efectuar un reconocimiento a la mujer, representada
por esa mano que coloca espigas de trigo en un búcaro. En tonos cálidos, representa
Fuerza, Poder y Alegría, como expresión del trabajo femenino en el campo y el
hogar. Su realización fue financiada con fondos estatales dedicados a la lucha
contra la violencia de género.
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