En la revisión que estamos efectuando sobre los trabajos presentados por los participantes en los cursos que organizaba el Centro de Estudios Borjanos, queremos destacar por su interés el que firmaron Inmaculada Arricivita y su esposo Jesús Ibáñez Zapatero, en 2012, sobre la obra de William Blake, referida al Antiguo Testamento, que era el tema del curso de aquel año.
William Blake (1757-1827) fue un poeta,
pintor y grabador, nacido en Londres que, como señalaban los autores del
trabajo fue incomprendido en su época e, incluso, desdeñado por sus coetáneos.
Sin embargo, en la actualidad, es considerado una figura clave y las artes
visuales del Romanticismo inglés, al que se anticipó.
Comenzó a cursar estudios de grabado en
la Royal Academy de Londres, cuyas enseñanzas llegó a detestar por su fijación
con las reglas del neoclasicismo imperante. Su inquietud creadora le condujo al
desarrollo de técnicas propias en el campo del grabado y a la realización de
libros iluminados, en los que texto e ilustración, conformaban un todo
indivisible, como en los manuscritos miniados medievales.
Dos de las obras elegidas para ser
ilustradas fueron El Paraíso Perdido, de John Milton, en 1828, La
Divina Comedia, de Dante, entre 1825-1827 y el Libro de Job, entre
1823 y 1826 (entre otras), con un resultado espectacular desde nuestra óptica
contemporánea.
Pero, dado la temática del curso, el
trabajo se centraba en el análisis de algunas de las ilustraciones del Libro
de Job que, sin duda, fue una de sus obras maestras, o El Paraíso
Perdido, en las que ofrecía su particular visión de conocidos pasajes bíblicos,
como esta creación de Adán.
O estas otras dos en las que se
representa la tentación a nuestros primeros padres en el Paraíso, seducida Eva
por la serpiente, cuya caída condujo a su expulsión del Edén, dando comienzo al
discurrir de la vida del hombre en la Tierra
Con ella llegó el pecado, representado en el crimen protagonizado por Caín, que huye aterrorizado, mientras sus padres lloran ante el cuerpo de Abel, terrible expresión del sufrimiento que siempre acompaña a toda transgresión.
Personalmente, una de las obras que más
nos gustan es esta representación de "La Escala de Jacob", que también incluyeron
en el trabajo, en la que queda patente la peculiar visión mística que siempre
inspiró al artista.
Finalmente, del Libro de Job,
incluimos esta emotiva escena del patriarca, rodeado de sus hijas que, como es
sabido, se llamaban Jemima, Cesia, y Keren-hapuc, la más pequeña, a las que, después
de sus numerosas pruebas, amó de manera muy especial, más que a sus otros siete
hijos varones.
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