Pocos espectáculos festivos despiertan tanto interés como el desfile de la comparsa de gigantes y cabezudos. A ello contribuye la música que les acompaña, algunos de cuyos pasodobles son propios de nuestra ciudad, lo que contribuye a ese ambiente casi mágico que tantos recuerdos trae a la memoria de los mayores, uno de los cuales nos decía ayer que sentía erizarse el vello de sus brazos al paso de la comparsa.
Para los niños, correr delante de los
cabezudos representa casi una iniciación, aunque lo hagan a considerable
distancia de los primeros. No obstante, vimos a algún pequeño corredor dando
muestras de su valor.
La comparsa de cabezudos ha ido
creciendo, en algunos casos con incorporaciones muy desafortunadas, cuya imagen
hemos procurado eludir. Pausadamente, marchaban al final, los más veteranos,
el Berrugón y la Morica, que recuerdan a los primeros cabezudos que hubo en
Borja, los de 1889, creados por D. Baltasar González.
También entre los gigantes hubo
recientemente nuevas incorporaciones, como las que aparecen en esta imagen,
seguidos del rey y la reina que fueron los únicos, durante muchos años.
Luego, llegaron el hada y el nigromante,
recordando a los gigantes de 1889, reconvertidos después en reyes, con los que
ahora desfilan.
Pero el complemento fundamental lo constituye
la Agrupación Musical Borjana que, una vez más, desfiló con su heroico director
al frente y, entre cuyas últimas filas, pudimos ver reunida a una familia de músicos,
tras meses de ausencia de uno de sus miembros.
Pero, lo que verdaderamente llama la
atención es la gran cantidad de personas que marchan detrás de la banda,
acompañando a los gigantes durante todo el recorrido. Estas imágenes no dan
idea de esa multitud, en la que pudimos ver al gran novelista borjano Luis
Zueco, con su mujer e hija, disfrutando de las fiestas de su ciudad natal.
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