Durante estas semanas Jorge Andía está realizando sus prácticas en el Centro y, con este motivo, esta reflejando sobre el papel, algunas de sus inquietudes en torno al patrimonio borjano, fruto de las cuales son los artículos que venimos publicando en el blog.
En el de hoy, aborda
un tema muy interesante, el de la capilla que existió en el castillo de Borja,
en cuya busca se ha lanzado, tanto sobre el terreno como intentando encontrar
rastros de ella en antiguos planos.
Es bien
conocida la existencia de ese templo en el recinto de la antigua alcazaba
borjana. Era conocida como “Capilla Real” ya que el nombramiento del capellán
dependía de la corona.
Numerosos testimonios atestiguan su
existencia; una de las primeras noticias que disponemos es del año 1144; cuando
siendo tenente de Borja D. Pedro de Atares, fue donada por el rey Ramiro II al
monasterio de San Juan de la Peña.
La capellanía fue fundada, en 1421,
por la reina Doña María, siendo confirmada por una bula de 1449. En 1594 el templo estaba en estado era ruinoso,
por lo que se acometió su rehabilitación, siendo necesario trasladas su retablo
al edifico próximo que suele ser conocido como “la cárcel”.
Fue ya en el siglo XVII cuando tras un largo proceso derivado del estado de ruina en el que nuevamente se encontraba cuando el capellán acabó integrándose en el capítulo de la colegiata, vistiendo hábitos canonicales, aunque sin ser canónigo.
En el número VII-VIII de Cuadernos
de Estudios Borjanos fue publicado un magnífico estudio monográfico sobre
las iglesias medievales de Borja. En el se recoge la mayor parte de la
información que disponemos, aunque su emplazamiento y características nos son desconocidos.
Dicho estudio la sitúa en las
inmediaciones de la roca del castillo, entre ella y el edificio antes mencionado.
En esta zona todavía son visibles restos de columnas reutilizados en
edificaciones posteriores a las que diversos estudiosos apunta una posible vinculación
con este edificio, aunque se trata de una cuestión muy debatida, pues pueden
tener otros orígenes.
Observando distintos planos
antiguos hemos encontrado una marca; una cruz en el mapa que aparentemente
representa una iglesia de cruz latina indicada gráficamente en esta misma zona;
eso sí, un poco más próxima al castillo de lo que se creía. No está representada
como un edificio “completo”; sino que está indicada con una línea; marcando su perímetro
tal como se realiza para describir muros o tapias como sucede en el caso de la
muralla califal, a la que parece estar integrada como sucede en otros castillos.
Esto nos hace suponer que en el momento de la realización del plano todavía se
encontraba algún resto o ruina de esta antigua edificación
Son evidentes las similitudes con
la planta de otras iglesia de la misma época en las que predomina la planta de
luz latina.
Como es bien sabido tras la reconquista,
el espacio del cinto acogió a la Judería y es significativo que ese mismo espacio
se vincule también con la antigua sinagoga ya que en sus inmediaciones apareció
la inscripción hebraica que se encuentra en el Museo Arqueológico de Borja.
En la actualidad, bajo la calle
castillo se observan restos que bien podrían corresponder con las indicaciones
del plano, por lo que sería interesante estudiarlos. Es llamativo que uno de
los muros que aparece, debajo de la calle, parece coincidir con uno de los brazos
del edificio indicado.
Creemos que la hipótesis está bien
fundamentada y se integraría perfectamente con postulados anteriores. Sin embargo,
una vez formulada, la única manera de verificarla sería a través de un estudio
arqueológico de la zana en la que por otro lado ya han aparecido restos
relevantes de diversas épocas y culturas.
Creemos que el estudio y
conservación de estos restos sería una forma adecuada de reintegrar estos
espacios hoy tan degradados. Entonces tal vez seamos conscientes de que el
verdadero tesoro estaba ante nuestros ojos.
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