En la colegiata de Santa María de Borja, como en todas las catedrales y monasterios, existió una Sala Capitular, a la que se accedía desde el claustro. Sin embargo, el ultimo espacio en el que se ubicó fue la llamada capilla de los mártires situada detrás de la cabecera del templo, pero su emplazamiento original estaba donde actualmente se encuentra la capilla de Nuestra Señora de la Peana. Precisamente, en torno a esa ubicación Jorge Andía ha escrito el texto que reproducimos en el que plantea una sugestiva hipótesis.
Gracias al plano que Pascual Jordán dibujó, en 1806, con ocasión de la reforma neoclásica a la que fue sometida la colegiata de Borja, disponemos de información precisa sobre el lugar que ocupó la sala capitular.
En el plano se aprecia que la
capilla situada en el lado de la epístola del transepto (número 8 de la imagen)
era de menores dimensiones que la actual de la Virgen de la Peana. Esta capilla,
como la actual del Sagrado Corazón, son fruto de la reforma iniciada por
Alfonso Leznez en 1546, con la pretensión de dotar de un falso crucero a la
nave de la colegiata. Detrás de esa capilla aparece un espacio (señalado con el
número 18) que corresponde al que ocupó la primitiva sala capitular antes de su
traslado y a la que se accedía desde una dependencia de la sacristía (marcada
con el número 17).
Nos ha llegado el plano realizado
en 1883 por Elías Ballespín para la reforma de la capilla de la Peana, que fue
ampliada, añadiéndole el espacio de la sala capitular.
Fue en ese momento cuando se trasladó
la sala capitular a la capilla de los Mártires, una de las más bellas y
olvidadas del templo. En realidad, fue una decisión simbólica pues, para
entonces Santa María ya no era colegiata, sino Parroquia Mayor y, por lo tanto,
la sala capitular había dejado de ser imprescindible.
Pero, al margen
de lo comentado, queremos plantear la hipótesis de que la sala capitular tuvo,
en su origen, un acceso directo desde el claustro, como parece lógico. Estaría
situado en el lugar donde ahora se encuentran las capillas de San Roque y San
Ramon Nonato.
Fue la nervadura de la embocadura
de la capilla de San Ramón, en arco apuntado, lo que nos llamó la atención, por
ser más tosco y sencillo que los que cubren las cuatro pandas del claustro.
Sabemos que el claustro sufrió múltiples
reformas hasta que alcanzo su forma definitiva en el siglo XVI cuando fueron
sustituidas las antiguas bóvedas por otras de crucería simple.
Fue la nervadura de la embocadura
de la capilla de San Ramón, en arco apuntado, lo que nos llamó la atención, por
ser más tosco y sencillo que los que cubren las cuatro pandas del claustro.
Sabemos que el claustro sufrió múltiples
reformas hasta que alcanzo su forma definitiva en el siglo XVI cuando fueron
sustituidas las antiguas bóvedas por otras de crucería simple.
La distribución, por lo tanto, sería
muy similar a la que encontramos en el convento del Santo Sepulcro de Zaragoza;
donde se accede a la sala capitular desde su claustro a través de un arco
apuntado flanqueado por dos ventanas formadas por arcos de medio punto.
Desconocemos si en Borja llego
haber un segundo vano de estas mismas características en el espacio que hoy
ocupa la puerta que comunica el claustro con la nave del templo. En cualquier caso,
las imágenes ponen de manifiesto la similitud entre ambas construcciones.
Es una lástima que durante la
última restauración no se realizaran los pertinentes estudios sobre las
distintas capas pictóricas conservadas, tal como se había proyectado. Ello ha
dado lugar a la desaparición de múltiples elementos de policromía, sustituidos
por un blanco neutro que hoy se extiende y ocupa el espacio de una forma un
tanto anacrónica, casi minimalista, con evidente pérdida de su identidad.
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