La ejecutoria de infanzonía de los Gil de Borja, cuyas imágenes nos ha remitido Dª. Alicia Moreno de Carlos, de la Torre, López, García Mauriño, Gil de Borja, viene avalada por D. Francisco Zazo y Rosillo, Rey de Armas durante el reinado de Fernando VI, época en la que está expedido el documento, aunque esta imagen no corresponde a dicha ejecutoria.
Tras la
habitual introducción loando la importancia de la hidalguía, con alusión a
textos bíblicos y de autores de la antigüedad, y la ejemplaridad de quienes la
adquirieron, sirviendo como modelo a las generaciones posteriores, se refiere
al origen de la familia Gil.
Aportando como referencia a autores como D. Miguel de Salazar, señala que los Gil procedían de la ciudad italiana de Pistoya (Pistoia), donde ya eran considerados ciudadanos de condición.
Al parecer, encontrándose un niño de una de las familias preeminentes de esa ciudad con otro niño, le dio un bofetón, aparentemente sin otras consecuencias, pero el que lo había recibido era sumamente rencoroso y decidió vengarse de la manera más increíble.
Fue en busca de
un tío de su agresor y, cuando se encontraba reunido con otras personas, se
acercó a él, como si fuera a comunicarle un recado. Al agacharse para oírle, le
propinó una sonora bofetada.
Tamaña ofensa a
una persona mayor y en público, quedó sin castigo, pues el ofendido consideró
que era una chiquillada y lo dejó ir. Sin embargo, el padre del niño consideró
que merecía un castigo y lo llevó atado ante el caballero al que había
propinado la bofetada, pero, en lugar de castigarlo, lo “desató y regaló con
dádivas de niño”.
Pero semejantes
muestras de bondad no gustaron a un hijo del caballero, que decidió tomarse la
justicia por su mano y lo hizo de la forma más violenta. Llamó al niño y, sin
que éste lo esperase, le cortó la mano con la que había propinado la bofetada.
Como
curiosidad, hemos recurrido para ilustrar este artículo a imágenes generadas
por IA, pero al pedirle que mostrara una del momento en el que le era cortada
la mano al niño, nos ha respondido que no puede generar imágenes de agresiones
a menores.
Las consecuencias fueron terribles, dado que la familia del niño manco se alzó en armas contra la otra, formándose dos bandos irreconciliables en la ciudad. Según el relato de Zazo, los parientes del niño manco usaron armas negras, por lo que fueron conocidos como “Negretes”, mientras que los otros recurrieron a arma blancas y, por eso, se llamaron “Giles”, explicación que no acabamos de entender.
Lo cierto es
que, para acabar con los enfrentamientos, todos fueron expulsados de la ciudad
y algunos de los Giles vinieron a España, y se establecieron en Jasa (valle de
Aragües), donde fundaron casa.
Desde allí,
vinieron a Borja, donde fundaron una segunda casa, tomando por armas las que
aparecen en la ejecutoria, a las que ya nos referíamos ayer, en otro artículo.
Domingo Gil es
el primero, que, según la ejecutoria, residió en nuestra ciudad, aunque
ignoramos cuál fue su casa. Es curioso que seguimos ignorando la identidad de los
propietarios de muchas de las “casas grandes” borjanas, siendo un tema de
investigación pendiente.
De los
descendientes de Domingo Gil, unos continuaron en Borja y otros se
establecieron en diferentes localidades. A todos ellos nos referiremos en
posteriores artículos.







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