El pasado domingo, 3 de agosto, asistimos a la Eucaristía celebrada en la iglesia de Santa Clara, con ocasión del octavo aniversario del fallecimiento de nuestro compañero Leandro José Galindo Escolano.
El tiempo transcurrido no nos ha hecho olvidar el recuerdo de una persona con la que compartimos numerosas cosas y cuya muerte supuso un duro golpe para todos los que le conocimos, pero también para la ciudad de Borja.
Espigando entre los artículos de este
blog que protagonizó hemos encontrado el de su “expedición” por la bóveda del
río Sorbán, redactado con un indudable tono irónico, que entonces era posible,
lo que no ocurre ahora cuando el escribir se ha convertido en una actividad de
riesgo.
Con el nombre de río Sorbán se ha venido
conociendo, desde época medieval, a una de las más importantes acequias de
Borja, la cual rodeaba las murallas de la parte inferior antes de iniciar el
recorrido que le conduce a su destino final: la Estanca.
A lo largo de los siglos, el río ha
sido canalizado y cubierto con motivo de los sucesivos ensanches experimentados
por el casco urbano. La última actuación fue el cubrimiento de la zona conocida
con el nombre de “El cañico” que dio origen a la avenida de Aragón.
Menos conocido es el hecho de que,
varios siglos antes, se construyó una bóveda que discurre bajo la colegiata de
Santa María. Se ignora el momento en el que se llevó a cabo esta obra, aunque
es posible que fuera coetánea a la construcción de los claustros, a finales del
siglo XV.
Es una obra interesante que discurre a
dos metros y medio por debajo del templo. Tiene una altura de un metro y medio
y una parte de la misma está realizada en piedra de cantería y arco de medio
punto.
En el tramo central, precisamente el que
cruza la nave de la iglesia es de ladrillo, dando la impresión de que fue
rehecha en el momento de la ampliación de la misma.
Con objeto de conocer el estado de esta
construcción, penetró en la misma, con gran riesgo para su integridad física,
el Concejal Delegado de Obras y Servicios, D. Leandro José Galindo, acompañado
por la valiente arquitecta Dª María Martínez Fábregas y el ágil e intrépido Encargado
de la Brigada de Obras. Por motivos de seguridad, iban acompañados por un
séquito de auxiliares, junto con batidores del Sindicato de Riegos.
En el reconocimiento se han encontrado
algunas cosas curiosas como un molino de mano, de época celtibérica, que se
situó para delimitar la abertura por la que drenaban las aguas del espacio
interior del claustro. Por otra parte, se ha podido constatar la necesidad de
efectuar la consolidación de algunas zonas y la impermeabilización de todo el
trazado para evitar las filtraciones que, sin duda, están afectando a la
fábrica de la colegiata.
Al dar conocimiento de esta expedición
queremos destacar la entrega, el valor, y la abnegación de que están haciendo
gala estos servidores públicos.
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